martes, 28 de enero de 2014

Herida(Wounded)

CAPÍTULO 3


Aquello era peor que el infierno.

Hasta el momento había podido tolerar el estar rodeada de cazadores, de gente rica con mucho poder y de imbéciles de aquí te espero. Pero, ¿vampiros? Tenía que ser una broma, ¿a que sí?
Al parecer, la Academia Sullivan había empezado, hacía ya unos cuatro meses, un proyecto de convivencia en el que los vampiros estudiarían junto con los humanos y, por lo visto, estaba funcionando bastante bien. Pero, aparte de eso, la cuestión ahora era, ¿tengo que vivir rodeada de vampiros?

Mis padres son odiosos, pensé.

- ¿Por esto estaban todos tan emocionados?- pregunté indignada.

Jul me miró con expresión divertida.

Durante el viaje me había quedado dormida, como la mayoría de los estudiantes, y al llegar, en torno a las siete y cuarto de la mañana, Jul me había despertado.

Todos a nuestro alrededor hablaban animadamente, tanto vampiros como cazadores, salvo alguna que otra excepción (como yo), y no parecían tener problema alguno en entablar una conversación. Sin embargo yo miraba a mí alrededor totalmente en silencio, viendo como vampiros y humanos congeniaban a la perfección. Y no es que me llevara mal con los vampiros, pero una cosa era hablar con ellos y otra muy diferente, vivir con ellos.

- Vamos, alegra esa cara- dijo Jul y luego me agarró del brazo-. Ven, te voy a presentar a alguien.

Julieth me arrastró por todo el lugar hasta que llegamos a una puerta opaca acristalada donde ponía “Sala de Donaciones’’ en letras negras. Miré con extrañeza a Jul, que no parecía enterarse de mi confusión y me guiaba como si tal cosa. Por la pinta que tenía aquel lugar, supuse que era donde los vampiros iban a alimentarse y donde los humanos donaban su sangre.

- ¡Aquí estás!- exclamó Jul.

Sentada en una silla pegada a la pared había una chica de tez pálida, con una venda en el brazo y con unas galletitas de canela en la mano. Supe que esa era la prima de la que Jul había comentado un par de cosas mientras esperábamos en el comedor de la otra academia, y es que ambas se parecían en todo salvo en que su prima tenía el pelo algo más castaño que el de Jul. Cuando la chica vio a Jul en su rostro se mostró una gran sonrisa y se levantó para recibirnos.

- ¿Qué tal, Betty? Ya veo que has terminado- Jul le dio un abrazo a ella y la ayudó a sentarse.

Betty me miró con sus ojos verdes esmeralda, pero no dijo nada, y yo tampoco, y durante un instante solo hubo eso, miradas.

- ¡Ah, Betty! Esta es Dani- entonces Jul se viró hacia mí-, Dani, esta es mi prima, Betty.

- Hola- dije yo. Lo único que hizo Betty fue levantar la mano y moverla a modo de saludo.

- ¡Oh, es verdad! Tenía que habértelo dicho antes- dijo Jul mirándome-. Verás, lo que pasa es que mi prima es algo tímida y no habla con gente que no conoce bien- Betty la miró y le dio un pequeño codazo en el brazo-. Aunque, en realidad, no habla con nadie.

Las miré en silencio durante un instante, pensando en qué debía decir. Me parecía algo “rarito’’ eso de que alguien no pronunciara ni una sola palabra, a no ser que nos refiriésemos a una persona muda, debido a su timidez. ¿Tenía sentido el hecho de no hablarle a nadie? ¿Llevaba aquel comportamiento a alguna parte? Sin embargo, yo no era quien para criticar su forma de ser, así que simplemente acepté su falta de comunicación como una ventaja.

- Me parece bien- dije yo encogiéndome de hombros-. Bueno, ¿qué? ¿Nos podemos ir? Este lugar hace que me ponga de mal humor- y era cierto. No soportaba el hecho de tener que convivir con vampiros, y mucho menos que mis amigos se comportasen como bolsas de comida andante.

Ambas se levantaron, y juntas nos dirigimos fuera, al pasillo abarrotado de gente. El ambiente se sentía cargado y allí, apretujada entre tanta gente, una empezaba a sentir calor. Sentí como Jul me agarraba de la muñeca y comenzaba a tirar de mí. Esto hizo que el tener que sobar a todo aquel que pasaba de largo fuese inevitable y por milésima vez en el día maldije aquel lugar. A mi lado estaba Betty que, al igual que yo, también había sido “raptada’’ por Jul, y se chocaba con todos los que se encontraban en su camino.

- Ya falta poco- dijo Jul.

Pero justo entonces Betty volvió a chocarse con alguien, esta vez tan fuerte que hizo que Jul perdiera el agarre de su mano, por lo que me vi obligada cogerla del brazo y darle un fuerte tirón para no perderla entre la marabunta. Cuando finalmente llegamos a donde quiera que nos hubiera llevado Jul, ésta se giró bruscamente hacia mí, y suspiró aliviada al ver que su prima estaba conmigo. Por otra parte, Betty me miraba sin saber que decir, o mejor dicho, sin saber  cómo reaccionar, y eso me hizo sonreír.

- De nada- le dije, y ella me sonrió-. Bueno, ¿y dónde estamos?- pregunté mirando a mi alrededor.

- Este es el salón principal- respondió Jul-, que normalmente se usa como comedor, aunque también para fiestas y reuniones importantes.

Observé el lugar, y no pude evitar sorprenderme. Aquello tenía un tamaño descomunal, más grande incluso que el de la otra academia, y de repente me sentí pequeña, incluso diminuta. Apostaría cualquier cosa a que alguien podría llegar a perderse allí dentro sino andaba muy atento. ¿Era eso lógico acaso? No, por supuesto que no, pero estaba comenzando a darme cuenta de que ya no muchas cosas tenían sentido alguno.

- Venga- dijo Jul-, cojamos sitio.

Y eso hicimos.

En poco tiempo encontramos una mesa vacía casi en el centro de la sala, y, poco después, a nosotras se unieron Sic, Abril y Logan, con bastantes amigos, casi todos de Logan, al que parecía habérsele pasado el enfado, y todos se apelotonaron con nosotras. En total, nuestro “grupo’’, si es que se puede llamar así, ocupaba dos mesas, y he de decir que las mesas eran bastante amplias.

Al parecer, Logan ya había empezado a buscar nuevos amigos entre los estudiantes de la academia Sullivan, porque en el grupo había también algunos vampiros y humanos, sobretodo chicas humanas, que nos hablaban sobre la academia. La mayoría de los de la academia Snake estaban curiosos por saber cómo se las ingeniaba Betty para ser escuchada y entendida, cuando no hablaba. Esto, sumado a la tremenda timidez de ella, había provocado que Jul tuviese que contestar todas las preguntas mientras que Betty escondía su rostro contra mi brazo.

Diez minutos después, la directora y un vampiro entraron.

El vampiro tenía aspecto joven, pero había un pequeño indicio de que había vivido mucho tiempo, y mientras caminaba por el pasillo hacia su asiento, situado en el centro de un pequeño altar, examinaba a todos y cada uno de los alumnos. Vestía elegante, pero en él parecía algo informal, algo que se había puesto porque era lo primero que había sacado del ropero. Su forma de andar era despreocupada aunque su rostro estaba serio e impenetrable.

- ¿Y ese?- le pregunté a Jul, haciendo un pequeño gesto hacia el tipo vampiro.

- Es el director de la academia- contestó, y cuando le miró, sus ojos se iluminaron.

En cuanto Jul respondió a mi pregunta, la mirada del director se dirigió hacia nosotras y después de un pequeño instante, se me quedó mirando. Sostenía mi mirada con curiosidad, pero al mirar a mis amigas, sonrió con satisfacción.

Estaba sorprendida de que aquel hombre fuese el director, pero eso había sido suplantado por el hecho de que, no solo Jul, sino que todas las chicas, vampiras o humanas, miraban al director como si fuese un dios. Hasta Betty, con su severa timidez, le miraba como si no hubiese visto algo tan hermoso en toda su vida. Un escalofrío me recorrió por dentro y me mareé nada más imaginarme a mí misma mirando al director con la misma cara de pasmada con la que las chicas le miraban.

Por otro lado, el director parecía percatarse perfectamente de la atención que las chicas le prestaban pero, excepto por la mirada satisfecha que le había dedicado a mis amigas, no mostraba ningún indicio de querer hacer que las chicas supieran que él sabía sobre el revuelo que causaba entre ellas.

Finalmente ambos directores ocuparon su lugar, él en el asiento del altar y ella en una silla justo al lado. El director carraspeó un poco con la garganta, emitiendo un débil sonido, que resonó en toda la sala como si su garganta estuviese conectada a unos altavoces. Con esto, todo el mundo se calló, dejando la sala en un pesado silencio.

Y como ya he dicho, odio el silencio.

- Bueno, primero que nada- dijo el director-, os doy la bienvenida a todos.

Todos estallaron en aplausos y gritos de alegría, aunque, en realidad, todos menos yo. Aquello era peor que una guardería para bebés, llena de niños llorando y gritando, armando escándalo por todas partes. No parecían aspirantes a cazadores o vampiros que llevan en este mundo siglos y siglos, sino todo lo contrario. A estas alturas dudaba que alguno de los allí presentes se hubiese planteado alguna vez lo que eran o la razón de por qué estaban en una academia de cazadores. Ellos tan solo eran niños pequeños que veían la vida como si de una piruleta de colores se tratase, bonita y dulce, y eso no era ni la cuarta parte de lo que les esperaba allí fuera.

- Calmaos, calmaos- murmuró el director, y todos se callaron de repente-. Muy bien, y para los que no me conocen, yo soy Francis, el director.

Más aplausos y algún que otro grito de fondo se oyeron cuando Francis se presentó, haciendo que a mi paciencia se le abriera una pequeña brecha de desesperación.

- Antes de seguir, tenemos que aclarar un pequeño inconveniente que hay con respecto a los cuartos de las chicas.

¡O venga! ¡¿En serio?!

- Como ya sabéis, los recién llegados compartirán cuarto con los alumnos de mi academia, pero, juntando ambas academias, las chicas son demasiadas, por lo que cinco tendrán que ocupar las tres habitaciones que sobran en la planta de los profesores- se quedó un momento en silencio-. Puesto que las habitaciones son de dos plazas, una tendrá que dormir sola.

Vaya, esto sí que era bueno. ¿Dormir sola? ¿Tener mi propia habitación? Sería la primera cosa buena que me había pasado desde que había comenzado todo aquello?

- ¿Alguna voluntaria?- preguntó el director.

- Yo- dije levantado una mano-. Y dormiré sola.

Todos me miraron, aunque lo que hacía Jul no era mirarme, sino taladrarme con los ojos.

- Yo ocuparé otro de los cuartos- dijo ella levantando la mano también. De repente Betty le sacudió el brazo a su prima y, cuando ésta le prestó atención, se señaló a sí misma-. Y Betty será mi compañera.

El director nos miró a las tres.

- Vaya, ¿en serio te vas, Betty?- dijo una vampira con aspecto de pija desde una mesa contigua a la nuestra con una sonrisa irónica en el rostro-. Qué pena. ¿Pero en serio vas a huir a los brazos de tu primita?- esto hizo que sus amiguitas, también pijas, y ella misma, soltaran unas risitas.

- Si- dije yo en tono rudo y seco-. ¿Tienes algún problema con eso?

Jul y Betty me miraron sorprendidas, al igual que el resto de nuestro grupo. En la mesa contigua, todas las que se habían reído me miraban con asombro, pero el rostro de la chica a la que le había respondido se llenó de ira en cuanto fue consciente de lo que estaba pasando.

- ¿Y tú quién eres para estar metiéndote donde no te llaman, niñita?- preguntó, mirándome de arriba abajo.

¿Niñita? Yo a esta tía la mato.

- Digamos que soy alguien a quien le gusta meterse donde no la llaman- apreté los puños para evitar mis ganas de levantarme y pegarle un puñetazo por atreverse a llamarme niñita.

- Chicas, chicas- dijo el director en tono tranquilizador-, relajaos.

Miré al director dejando el asunto por zanjado, pero sentía los ojos de todos los del grupo clavados en mí. También sentía los ojos de aquella estúpida vampira, observándome detenidamente. Le di la espalda, girándome completamente hacia el resto de los que estaban sentados en mi mesa, en frente de mí estaba Abril, que por una vez no prestaba atención a su chico, sino a mí, mirándome con preocupación. Ahora ya más relajada, junté las manos encima de la mesa y esperé a que el director dijera la próxima palabra.

- Ya verás- dijo la vampira desde su sitio, en un tono de voz en el que solo los de nuestras mesas pudiesen escuchar-. Esto no se va a quedar así.

Yo sonreí.

- Solo inténtalo- dije-. Te estaré esperando.

lunes, 13 de enero de 2014

Herida(Wounded)

CAPÍTULO 2


Habían pasado como unas tres horas y ya eran las diez de la noche.

El comedor estaba plagado de adolescentes revolucionados y listos para salir de allí como balas en cuanto se lo permitieran. Algunos guardianes ya se habían encargado de llevarse las maletas a las guaguas, por lo que allí solo faltaba que nos dijeran que nos marcháramos. En aquel tiempo transcurrido, Julieth ya me había presentado a todos sus amigos, que, sin contarla a ella, eran un total de tres; Abril, su mejor amiga, alta, morena y que, según Julieth, era realmente simpática con ENORMES sueños de futuro, aunque ahora lucía completamente deprimida y atontada; Logan, el novio de Abril, que para mí, a simple vista, era un chulito de la “m” que no buscaba ninguna relación seria, al contrario que Abril, y tan solo pretendía darse un par de revolcones, aunque, para mi sorpresa, incluso con esa actitud de ligón, le caía bien a la mayoría de la gente; y por último, Sic, un empollón de matrícula de honor algo tímido, con los músculos bien marcados debajo de la camiseta.

En aquel momento estábamos Julieth y yo solas, ya que Logan se había marchado por su cuenta y, cómo no, Abril había ido tras él, mientras que Sic se había ido con sus amigos.

- ¿Y qué te han parecido?- preguntó Jul, que era como yo había decidido llamarla.

- ¿Quiénes? ¿Tus amigos?- ella asintió-. Están bien, o al menos Abril y Sic me caen bien.

Al parecer, Jul se esperaba algo así porque lo único que hizo fue apretar los labios y asentir con la cabeza mientras miraba fijamente la mesa.

- Le dije que ese chico no le convenía, pero es muy inocente y está “ciega de amor”.

- ¿Y finges que ese imbécil te cae bien?- dije levantado una ceja.

- Abril es mi amiga y las amigas se apoyan- susurró.

- Puede que tengas razón- me encogí de hombros cuando lo dije-. Pero te lo digo desde ya para que después no me eches la bronca: yo no pienso fingir que me cae bien.

- Me parece razonable- dijo volviendo a asentir y mirándome con una sonrisilla-. Y dime, ¿puedo saber por qué has acabado en este lugar?- hizo un gesto de desdén hacia la academia en general.

- Mis padres- dije con desgana-, ¿y tú?

- Mis padres, también, pero se podría decir que es por mi familia en general- me acerqué a ella, interesada por el tema.

- ¿A qué te refieres?- pregunté.

- Bueno- comenzó a decir-, digamos que mi familia es una de las más ricas e importantes en este mundillo sobrenatural, y mis tíos y padres quieren extender nuestro poderoso linaje por todo el mundo, así que nos envían a todos sus hijos a distintas academias para que consigamos grandes logros y reconocimientos, ¿entiendes?- yo asentí y ella dio por terminada su explicación-. ¿Y tú qué? ¿Qué pasa con tus padres?- preguntó.

- Nada interesante- dije encogiéndome de hombros-. Lo que pasa es que están muy ocupados con su trabajo de cazadores y me han mandado aquí a mi suerte para no tener que verse obligados a atenderme- la cara de Jul se quedó sin expresión-. No pongas esa cara de fantasma deshidratado, ya estoy acostumbrada. Llevo desde que nací siendo ignorada por ellos, así que no es nada del otro mundo.

Ella abrió la boca para decir algo pero su voz fue acallada por la de la directora.

- Chicos- se la escuchó decir desde la puerta-, nos vamos.

La estancia estalló en un gran murmullo de alegría y excitación, y Jul se rio ante la escena, aunque lo hacía más por mi cara de fastidio que por el ruido. Ambas nos levantamos de nuestros asientos y nos unimos a la marabunta para poder salir. Entre todas aquellas personas me sentía como una sardina enlatada cubierta de aceite, porque todo el mundo me rozaba al pasar a mi lado y, como allí dentro hacía algo de calor, todos los que me tocaban dejaban un rastro de sudor a su paso.

En definitiva, ¡era realmente asqueroso!

Intenté no pensar en eso durante el tiempo en el que estuve allí metida, y respiré aliviada cuando logré salir. Busqué a Jul entre la gente, pero no la vi, por lo que supuse que la había perdido mientras salíamos. Y no me sorprendía, la verdad, porque con toda la gente que había allí se podía crear un nuevo país para nosotros solos. Bueno, y ahora que lo pensaba bien, ¿cómo íbamos a caber todos en la Academia Sullivan si allí había más estudiantes? ¿Tendría que estar rodeada de más gente todavía? Y lo peor de todo, ¿tendría que compartir cuarto con una manada de chicas?

De solo pensarlo ya me dolía la cabeza, así que me despreocupé de eso mientras me dirigía fuera, donde las guaguas nos esperaban en la oscura noche. Había una infinidad incontable de ellas allí fuera y algunas ya se marchaban cargadas de alumnos.

A pesar de que ya era de noche y que estábamos en mitad de ninguna parte de la montaña, no hacía mucho frío, y tan solo una débil y refrescante brisa presenciaba nuestra marcha. Las hojas de los árboles que nos rodeaban le susurraban a la brisa cuando esta las rozaba y los animales, callados en su escondite, escuchaban atentos lo que estas les decían. Mientras, a este lado del bosque, los adolescentes seguían saliendo del edificio, pero ahora lo hacían en pequeños grupitos de cuatro o cinco personas.

Justo entonces, Logan y un par de chicos salieron, seguidos por una demacrada Abril que solo buscaba un poco de atención por parte de su novio. Este pasaba de ella, como si no fuera más que otra baldosa de las otras muchas que había en el suelo y ni siquiera notase su existencia. Nada más verme, Logan y sus amiguitos se aproximaron y yo tuve que reprimir las ganas de vomitar.

- Hola Daniela- dijo Logan parándose en frente de mí.

- Hola Abril- dije yo con un gesto de mano, ignorándole a él.

Esto pareció cogerle con la guardia baja porque durante una milésima de segundo su autoestima se arrastró por el suelo, pero se recompuso tan rápido como se había desanimado.

- ¿Y Jul? ¿No estabas con ella?- preguntó él sin especial interés.

- Nos hemos separado mientras salíamos- dije.

- ¡Oh! Pues vente con nosotros- sugirió-, así no estarás sola- quise reírme, pero me aguanté.

- No, pero gracias. Estoy bien así- por lo visto Logan no estaba acostumbrado a que le rechazaran, porque la cara que puso por mi rechazo no tiene posible descripción-. Hasta luego, Abril.

Ella me sonrió y luego se acercó a donde su novio me miraba con estupefacción. Cuando este logró recobrar la compostura rodeó a Abril por la cintura, la apretó contra él y le dio un violento beso en los labios. El rostro de ella cuando el beso terminó estaba completamente iluminado, y al ver que él seguía rodeándola por la cintura, casi se desmaya.

Me di media vuelta y me dirigí a la guagua más cercana. Para mi sorpresa estaba casi vacía, y me senté en el asiento más cercano a la salida. Allí dentro olía a chicle, a sudor, a pino y a zapatillas viejas.

Los típicos olores de una guagua que se usa día sí y noche también.

El conductor era un calvo regordete con unas ojeras bien definidas y unas manos sudorosas aferradas al volante, esperando impaciente para poder salir de allí. Los amigos de Logan entraron en ese momento, seguidos por una entusiasmada Abril y un enfadado Logan, que casi echaba humo por las orejas. Se sentaron al final del todo, y agradecí la gran distancia que eso ponía entre ellos y yo.

Fuera, en la noche, iluminados por los faros delanteros de la guagua en la que yo estaba, Jul y Sic hablaban animadamente mientras venían hasta la puerta. Se veían felices y realmente cómodos el uno  con el otro, y no pude evitar pensar en esas películas románticas en las que todo es como un cuento de hadas y te sientes como si volaras en una nube. Cuando entraron me tapé la cara con el pelo para que no me reconocieran y fingí estar dormida, ya que no quería romper ese buen ambiente que había entre ellos en aquel momento. Esperé hasta que ambos pasaron de largo por mi lado y volví a colocarme bien.

En realidad, nunca he creído que el amor fuese algo tan maravilloso como todos dicen, porque casi siempre acarrea un montón de problemas y un sufrimiento innecesarios. Jamás me había planteado el enamorarme, y tampoco pensaba hacerlo hasta dentro de muchísimo tiempo, cuando tuviese arrugas por todo el cuerpo y usase un bastón para andar. Además, en este mundo la mayoría de los hombres que hay no merecen la pena, y los que creemos que la merecen al final resultan ser unos imbéciles de tomo y domo. Un ejemplo de ello es Logan.

Más gente entró en la guagua y, cuando todavía ni la mitad de los asientos estaban ocupados, el conductor calvito puso el vehículo en marcha y se encaminó hacia nuestro siguiente destino.

El infierno.

domingo, 5 de enero de 2014

Herida (Wounded)

¡Hola hola! jijijij Bueno chic@s, ya estoy aquí de nuevo. No vengo con el siguiente capítulo de mi libro, pero sí vengo con otro libro nuevo que espero que os guste también. He de decir que a mí me gusta salvo por el hecho de que hay momentos en que tiene demasiados párrafos y poco diálogo (como este primer capítulo que voy a publicar). Aún así tengo la esperanza de que sea de vuestro agrado :D. Este libro lo empecé a escribir hace un tiempo y no había pensado en publicarlo (por la razón de que hay mucho texto), pero como necesito tiempo para seguir escribiendo el otro, pues no se me ha ocurrido otra cosa jajajaja Así que nada, me dejo de rollos y les dejo con la historia.
Besos :3

CAPÍTULO 1

Soy la chica nueva y eso me fastidia.

Ya había asumido el hecho de que mis padres me enviaran a este lugar solo para no tener que sentirse culpables porque nunca estaban conmigo, pero que me enviaran a una academia de cazadores me resultaba excesivo. Hubiese soportado que me mandaran a un colegio privado, donde los únicos que van son niños ricos y mimados, o incluso un internado me gustaría más que esto la verdad.

Ser cazadores era lo que había llevado a mis padres a no poder estar nunca conmigo, ¿y ahora querían que siguiera sus pasos? ¿Pero es que estaban mal de la cabeza? ¿Cómo podían ser tan endemoniadamente malvados?

Ni siquiera se habían dignado a decírmelo a la cara, ya que me había enterado gracias a un correo electrónico de mi tía que hasta ese momento no sabía ni que yo existía. No habían tenido el detalle de consultarlo conmigo o al menos de haberme dejado elegir el lugar al que quería ir. Tan solo me habían echado como si fuera un perro y me habían metido en la perrera.

En realidad, ya casi no recordaba ni la imagen de mis padres porque hacía casi año y medio que no les veía sino a través de fotos. Tampoco resultaba una gran pérdida porque desde que tenía conciencia nunca había sentido la necesidad de estar en su compañía ni les echaba de menos, por lo que supuse que ellos sentirían más de lo mismo.

¿Era cruel por mi parte pensar eso?

Por otro lado, aquí, en el mundo real, por encima de todos mis enrevesados pensamientos, mi cuerpo, que no estaba acompañado por mi mente al cien por cien, se encontraba en frente de la gran fortaleza que suponía la Academia Snake. Y allí, parada en frente de mi peor pesadilla tuve ganas de gritar y descargar mi rabia.

Pero no lo hice. Simplemente no lo hice.

En cambio, seguí a la guardiana a la que le había tocado el marrón de recibirme y que supe que hacía todo lo posible por no salir corriendo. Y es que no había hecho ni el menor esfuerzo por ocultar mi mal humor y en aquel momento yo parecía más un buldog rabioso que una chica de diecisiete años. Y, por lo que me habían dicho, cuando yo me enfadaba hasta el mismísimo Satanás me temía.

¿Y aquello no podía ser malo, o sí?

En fin, con la rabia consumiéndome por dentro y la temerosa chica llevándome por todos lados hasta el despacho de la directora, el día no podía ir mejor. Caminaba a duras penas por los anchos pasillos de aquel lugar y de vez en cuando algún que otro alumno que acertaba a pasar por allí se me quedaba mirando con curiosidad. A esas alturas me resultaba realmente extraño no tener a un trillón de adolescentes a mí alrededor cuchicheando sobre mí, la nueva, escaneándome y visualizando cada uno de mis movimientos.

¿Es que había llegado a un extraño instituto donde no había clases sociales y donde todos se trataban bien entre ellos, como en una especie de sexta?

La verdad es que las clases sociales no me agradaban, pero si en aquel lugar no había y todos se trataban bien, no podría sobrevivir ni una hora. Podía llevarme bien con unas cuantas personas, ¿pero con un instituto entero? El trato a las personas no era mi punto fuerte y tenía un problema si iba a tener que hacerme amiga de más de quinientas personas.

Finalmente, después de tres años de incesante caminata, llegamos a lo que supuse que era el despacho de la directora. La guardiana, ahora más relajada, tocó la puerta y entró sin esperar una respuesta, estampándome la puerta en los morros. Con un suspiro de impaciencia me apoyé contra la pared y comencé a dar pequeños golpes al suelo con la punta del pie.

Al cabo de unos ocho minutos la chica salió, esta vez acompañada de un guardián al que parecía que acababan de despertar, y ambos me condujeron lejos de allí. La verdad es que lo único de lo que me había percatado hasta el momento era que el servicio de protección y vigilancia de aquel sitio no era para nada eficiente. Vamos, ¿me están tomando el pelo? ¿Una guardiana que temía a la chica nueva y un guardián que se echaba una siesta cuando se suponía que tenía que estar alerta?

No me fastidies.

Total, que al final terminamos en el lado opuesto al  despacho de la directora, en lo que me pareció que era el comedor de la academia. Y digo que me pareció eso porque el recinto estaba plagado de adolescentes hablando entre ellos  sentados en las distintas mesas allí distribuidas y no se podía decir con claridad que aquello fuera un comedor. Aquella habitación tenía el tamaño de la mitad de un estadio de fútbol e incluso así todavía había algún que otro estudiante de pie porque ya no había sitios libres. Al final del todo se encontraban las mesas principales, por así decirlo, ya que estaban situadas en lo alto de una especie de altar y eran mucho más elegantes y refinadas que las asignadas a los estudiantes. Justo en medio de esas mesas se encontraba una enorme silla del trono, donde estaba sentada la directora, y en frente había un atril de madera tallado a mano.

En cuanto puse un pie dentro del comedor los dos guardianes que hasta ahora me habían escoltado desaparecieron de la faz de la tierra y me dejaron allí sola, en la puerta.

- Cobardes- susurré.

Intentando no llamar mucho la atención, me arrimé a una esquina y me crucé de brazos esperando a que pasara lo que quisiera que fuera a pasar. Mientras tanto un par de alumnos se me quedaron mirando, pero apartaron la vista al ver que yo les miraba y no pude evitar sonreír.

En ese momento la directora se levantó y se puso en pie ante el atril. Les dedicó una mirada tranquilizadora a los que creí que eran los profesores y luego miró a su alrededor. La estancia se quedó en un profundo e inaguantable silencio y tuve ganas de soltar el grito que antes me había aguantado. Odiaba el silencio en todo momento excepto cuando era inigualablemente necesario. Ante aquello, no pude evitar aclararme la garganta, para añadir al menos un mínimo sonido a aquella habitación, y eso provocó que todo el mundo me mirara.

Hasta la directora me miró, dándose cuenta por primera vez de mi presencia allí. Levanté las cejas a modo de saludo hacia ella y esbocé una pequeña y apenas visible sonrisilla. Ella me hizo un leve asentimiento con la cabeza y volvió a prestar atención a quienes la rodeaban. La mayoría de la gente se giró de nuevo para mirar a la directora, pero unos pocos se me quedaron mirando, cada uno con distintas expresiones en el rostro, pero igualmente molestos para mí.

- Queridos alumnos- comenzó la directora-, como ya os hemos dicho antes, esta institución se encuentra bajo la amenaza de un grupo de vampiros que solo buscan destruir la academia y, con la ayuda de los profesores y los guardianes, he tratado de defendernos a todos lo mejor posible- toda la sala se llenó de inquietos susurros, a la espera de la mala noticia.

Yo me encontraba en estado de no saber cómo reaccionar, ya que aquella información me daba a entender que mis padres habían firmado mi sentencia de muerte sin saberlo porque, visto el mal servicio de guardianes, una no se podía esperar sobrevivir si dependía de ellos. Lo único que me aliviaba era que al menos tendría la posibilidad de luchar porque mi padre me había entrenado durante el tiempo en que el trabajo no era su prioridad.

Y, no es por presumir, pero soy de las mejores en el campo de batalla.

- Lamentablemente nuestros esfuerzos no han servido para evitar que nuestros enemigos se acerquen a la escuela y uno de vuestros profesores ha tenido la mala suerte de tropezarse con uno de ellos mientras patrullaba- los susurros se pararon en seco ante la mención de aquello, pero no había ningún signo de tristeza en los rostros de ningún alumno.

Ni de nadie, en realidad.

Aquello se ponía cada vez más interesante. ¿Un profesor asesinado? Peor todavía, ¿un profesor patrullando? Jamás había escuchado algo tan absurdo como aquello y no pude evitar que se me escapara una pequeña risilla, gesto que, en aquel silencio, se escuchó en toda la estancia. Cuando todos se giraron para mirarme con expresión confusa casi se me hacía imposible aguantar la risa, pero me contuve y me mordí el labio. Al mirar a la directora vi que me observaba con curiosidad y desconcierto al mismo tiempo, y yo tan solo me encogí de hombros.

- Este suceso nos da a entender que la academia ya no es lo suficientemente segura- continuó la directora-, así que hemos pedido permiso y el director de la Academia Sullivan nos ha dejado alojarnos en su institución- esta vez los susurros que se formaron eran de excitación. En cambio, lo único que yo quería hacer en ese instante era darme de golpes contra la pared hasta despertarme de aquella pesadilla.
¿Más mudanzas? Por favor, ¿qué he hecho yo de malo para merecer esto? Yo lo único que quería era saber cuál sería mi habitación, encerrarme en ella y tirarme en la cama a dormir un rato. ¡¿Era eso demasiado pedir?!

- En cuanto salgáis de esta sala quiero que vayáis a vuestros cuartos y que empaquetéis todas vuestras cosas porque nos vamos esta noche, ¿entendido?- se escuchó un prolongado y animado “sí” por parte de los alumnos y, dicho y hecho, todos se fueron a hacer sus maletas.

Nada más se marchó el último alumno, ocupé una de las mesas más cercanas y me acosté boca arriba encima del banco situado allí. No era lo más cómodo del mundo, pero sí lo más cómodo que había encontrado hasta ahora. Puse un brazo sobre mis ojos para que la luz no me molestara y dejé el otro colgando.

En ese instante solo deseaba poder estar en mi casa, en mi cama en realidad, viviendo mi vida alejada de todos estos absurdos problemas. Si lo pensaba bien, mis problemas habían empezado hacía como un mes atrás más o menos, cuando el jefe de un estúpido clan de vampiros me ofreció unirme a ellos. Mi rotundo “no” le hizo entender que yo no era alguien fácil y se había marchado después de aquello. Pero como él mismo había dicho antes de irse, ese no había sido el final, por lo que volveríamos a vernos de nuevo. ¿Sería el clan que estaba amenazando esa academia el mismo que quería que me uniera a ellos?

De repente un ruidoso sonido me despertó de mis pensamientos. Al parecer uno de los alumnos ya había terminado de empacar porque aquel ruido provenía de las ruedas de una maleta de viaje y aquel escándalo resultaba realmente molesto. Me froté los ojos con lentitud y bostecé. Me senté apoyando la espalda en la mesa mientras doblaba una rodilla contra mi pecho y observé a quien acababa de llegar.

Era una chica alta y delgada, con el pelo rubio platino y unos ojos verdes intensos. Su rostro tenía forma ovalada haciéndola parecer más adulta y refinada. Tenía lo adecuado como para ser la típica niña pija que se cree la nova más, pero nada de ella daba a entender que fuese de esas. Vestía unos jeans azul marino ceñidos con algún que otro roto y una sudadera tres tallas más grande que ella. Lo único que daba a entender que no era una vagabunda era sus zapatillas nuevecitas, de esas que no hacen ni una semana que salieron al mercado, y la maleta de Buttoni dorada brillante.

- Oh, siento haberte despertado.- dijo apenada.

- No estaba durmiendo- contesté-. Y tú, ¿cómo es que ya has terminado?- ella me miró un poco avergonzada y se acercó, sentándose en el otro banco que correspondía a la mesa donde yo estaba.

- Mi prima estudia allí- contestó.

- Entiendo…- añadí mientras asentía con la cabeza.

- Y tú eres la nueva, ¿no?- preguntó.

- Daniela- la corregí-. Pero puedes llamarme Dani- me encogí de hombros-, o con todas las abreviaturas que se te ocurran con ese nombre.

Ella sonrió ampliamente.

- Yo soy Julieth-      dijo relajándose de repente, como si me conociera de toda la vida-. Y creo que te llamaré Dani.