sábado, 22 de febrero de 2014

Herida(Wounded)

CAPÍTULO 6



Los fuertes golpes de la puerta casi hacen que me caiga de la cama. Aún medio dormida me dirigí a abrir la puerta y descubrí a Jul.

- ¿Pero aun no te has vestido?

- ¿Vestirme para qué?

Ella no contestó y simplemente sacó mi uniforme del armario.

- Ve vistiéndote- me ordenó. Como no tenía muchas ganas de protestar le hice caso, y me vestí mientras ella sacaba los tacones que me había prestado.

Me peiné y dejé el pelo suelto, sin ninguna forma concreta, simplemente echado un poco hacia atrás. En cuanto estuve lista salimos de mi cuarto y seguí a Jul hasta el comedor, donde ya se encontraban todos los alumnos. En sus respectivos asientos también se encontraban ambos directores, hablando entre ellos, aunque Francis se me quedó mirando fijamente cuando entré y yo, no dispuesta a dejarme intimidar, le miré desafiante.

- ¿Por qué esas miradas?- preguntó alguien mientras me chocaba y comenzaba a caer.

Miré y era Kile, otra vez con la misma sonrisilla divertida que había puesto la noche anterior después de que me chocara con él. Esta vez se había anticipado a mi caída y en vez de sujetarme por las muñecas, me sujetaba por la cintura.

- ¿Es un juego tuyo esto de chocar conmigo para luego impedir que me caiga?- pregunté mientras alejaba sus manos de mí.

- Eres tú, que debes mirar por donde vas- respondió con una gran sonrisa.

Molesta, dejé de mirarle y volví a prestar atención a Francis, que contemplaba con una sonrisilla la escena. Le arrugué la cara y continué andando, en dirección a la mesa donde Jul se había sentado.

- Oye no te vayas- dijo Kile mientras comenzaba a caminar a mi lado.

Al llegar donde se encontraba el grupo, me senté al lado de Betty y Kile, decidido a sacarme de quicio, se sentó a mi otro lado. Para intentar evitar que me hablara me giré completamente hacia Betty y le di la espalda a él, pero incluso así pude sentir como se ponía a jugar con mi pelo. Giré mi cabeza y le miré amenazante, pero él solo me dedicó una divertida sonrisa y siguió jugando con mi pelo cuando volví a mirar hacia delante.
       Muy bien chicos- dijo el director y todo el mundo se calló-. La charla de esta mañana será breve: los alumnos de la academia Sullivan asistirán a clases normalmente, es decir, tendrán clases diurnas. Por otro lado, los alumnos de la academia Snake tendrán clases nocturnas.

La sala estalló en un estruendo de quejas y desaprobaciones ante aquello.

- Parece que no estaremos juntos en clase- susurró Kile en mi oído.

- Creo que eso es lo único bueno de todo esto- dije  mientras le miraba.

- ¿Tan desagradable te resulto?- preguntó. Nuestros rostros estaban demasiado cerca, y pude sentir su cálido aliento envolviéndome por cada palabra que salía de su boca.

- No, pero ya te avisé anoche- dije-. No pierdas el tiempo conmigo.

Me levanté de golpe y comencé a andar hacia la puerta. Ya no tenía nada que hacer allí, así que no merecía la pena perder más tiempo, pero al parecer el mundo no pensaba ponerme las cosas fáciles ni por un mínimo momento en toda mi vida, porque allí, enfrente de la puerta cerrada, se encontraban dos guardianes y para mi sorpresa, eran la chica miedica que me había recibido en la academia Snake y el chico dormilón con el que nos habíamos encontrado.

Ambos me miraron, pero solo me reconoció la chica, que abrió los ojos como platos ante la sorpresa, lo que provocó que yo soltara una risita que, entre aquel alboroto, solo nosotros tres pudimos escuchar.

- ¿De qué te ríes?- preguntó él.

Veo que las horas de sueño durante la jornada de trabajo te han borrado la memoria- le dije, y miré a la chica-. Qué raro que a ti no te la haya borrado el miedo.

Pude ver como su garganta se movía mientras ella tragaba saliva.

- Kate, ¿se puede saber qué es lo que pasa?- le preguntó algo nervioso y supe, por la mirada que dedicó a alguien detrás de mí, que tenía miedo de que los directores hubiesen escuchado mi comentario.

- Solo déjame salir- dije, y alargué la mano hacia el pomo de la puerta.

- No puedes salir- dijo el chico, interponiéndose entre la puerta y yo.

- ¿Hay algún problema Daniela?- preguntó la directora a lo lejos. Su voz fue tan imponente que todo el alboroto se sumió en un profundo silencio.

- No, ninguno- respondí mientras giraba mi cabeza para poder verla-. Simplemente les decía a estos amables y eficientes guardianes que me dejaran salir- mi énfasis en la palabra “eficientes’’ hizo que ambos guardianes me miraran con nerviosismo.

- ¿Y dónde se supone que vas?- preguntó la directora con aparente interés.

- A dormir- contesté-. Al parecer tengo clases en horario nocturno, así que necesitaré estar descansada para esta noche.

- Si es por eso, entonces dejadla marchar- dijo ella. Con una satisfecha sonrisa en el rostro, me di la vuelta y abrí la puerta para salir.

Pero no tuve tiempo ni de poner un pie fuera cuando algo se abalanzó tan bruscamente sobre mí que me hizo sobrevolar un par de mesas y hacer que me chocara con la tercera.

El impacto hizo eco en toda la estancia.

La cabeza me dolió, pero mi espalda me ardió y solté un pequeño gemido. El dolor me recorrió toda la columna, pero la rabia fue lo que se apoderó de mi cuerpo. Me levanté, algo mareada, y miré un momento la mesa con la que había chocado, y al ver que estaba algo estriada, arranqué un trozo de madera. Metí la mano debajo de mi falda y saqué la daga que tenía guardada en un bolsillo que había cosido yo misma. Una vez armada, solo me faltaba encontrar a mi presa y es que lo que más me enfurecía era el hecho de que me habían cogido desprevenida, algo que a mí rara vez me pasaba.

Y allí estaba, sacudiéndose las astillas de madera que se habían impregnado en su camisa, una vampira rubia de ojos negros y tez pálida. Lo único que me impedía clavarle aquel trozo de madera justo en su corazón, era una mesa llena asustados alumnos, así que avancé, no dispuesta a dejar que esa zorra se escapara, y usé el banco donde aquellos alumnos se sentaban como escalón para subir a la mesa.

- Daniela, para- ordenó la directora detrás de mí justo cuando tan solo me faltaban un par de centímetros para llegar al final de la mesa.

Y, no sé por qué, paré y me quedé allí plantada.

- Adelanta, guapita- me instó la vampira-. Ven a por mí- en lugar de eso, de mí salió un sonido, algo fiero y salvaje, una especie de gruñido que hizo que la vampira titubeara un poco.

- ¿Quién eres?- preguntó la directora.

- ¿Acaso no lo ha adivinado todavía?- dijo la vampira mirando por detrás de mí-. El clan del que huyes lleva persiguiéndoos desde hace bastante, es difícil creer que no puedes reconocer a uno de sus miembros.

Mientras tanto yo evalué mi posición.

Mi objetivo desde el principio había sido abalanzarme sobre ella y usar el factor sorpresa en mi beneficio, pero ahora ella podría actuar ante un ataque mío si proseguía con lo planeado. Si saltaba corría el riesgo de que ella me cogiera antes de aterrizar y me lanzara por los aires, así que no era una buena idea, pero si me limitaba a correr hacia, ella escaparía. El único modo de conseguirlo era que ella viniese hacia mí pero, ¿cómo?

Por lo que había visto, a la chica le gustaba esto de ser perseguida, pero tenía intentar algo para enfadarla…
- ¿Qué queréis de mi academia? ¿Por qué hacéis pasar por esto a mis alumnos?- preguntó, y el tono de voz de la directora sonó algo desesperado.

…así que probé suerte.

- ¿Piensas que responderá a tus preguntas?- dije yo sin apartar la vista de la vampira-. Puede que este sitio no sea de lo más seguro que hay, pero venir solo es como meterse en la boca del lobo, así que el único motivo por el que ella ha venido es porque ya no tiene nada que perder, porque ella ya está perdida.

Los ojos de la vampira brillaron de rabia y pasaron de ser negros, a ser rojos. Sin saber cómo, había dado en el blanco con mis suposiciones y gracias a eso, había logrado mi objetivo.

La tía se había enfadado.

- ¿Qué pasó querida?- pregunté con una sonrisilla-. ¿Traición? No, ya te habrían matado de ser así. O es que… ¿ya no les sirves y te han desechado?

Sin pensárselo dos veces, se abalanzó sobre mí, dándome acceso directo a su corazón, donde clave el trozo de madera con tanta fuerza, que le atravesó hasta asomar la punta por el otro lado. Con sus brazos casi muertos alrededor de mí, durante unos segundos nos quedamos en una especie de dramático abrazo, antes de alejarla de mí unos centímetros y cortarle la cabeza con la daga. La cabeza rodó un poco por la mesa, hasta que se quedó enfrente de una chica a la que se le puso la cara verde de asco, y yo dejé caer el cuerpo estacado.

Me bajé de la mesa y en cuanto puse un pie en el suelo me dio un pequeño mareo y lo vi todo borroso. Cuando el efecto se me pasó, me giré hacia la directora.

- ¿Hay enfermería por aquí?- pregunté.

- Sí, por supuesto- dijo, comprendiendo que el choque con la mesa me había pasado factura-. Por favor que alguien la acompañe.

Me giré y allí estaba Kile, con esa sonrisita en el rostro a la que ya me estaba acostumbrando.

- ¿No hay más voluntarios?- pregunté  y él sonrió.

Me sujetó por la mano que tenía libre y comenzó a andar, llevándome con él. Su agarre de mi mano no era apretado, pero si firme y cálido, muy muy cálido. Sinceramente me gustaba aquella agradable sensación de calidez que me provocaba su tacto, pero al mismo tiempo me sorprendía, y es que los vampiros normalmente nunca tienen la piel cálida, sino fría. Intenté soltarme, pero él no me dejó.

- ¡Hey, suéltame!- me quejé.


Como siempre, él se limitó a sonreír.

sábado, 15 de febrero de 2014

Herida(Wounded)

CAPÍTULO 5



- Oye- dije yo-, ¿se puede saber que hago aquí?

Ninguno de los dos directores me hizo el más mínimo caso y ambos continuaron hablando entre ellos.

En aquel momento me encontraba en el despacho del director, esperando a que uno de los dos me dijera para qué demonios me habían llamado. Y es que ni siquiera el guardián que me había guiado hasta allí sabía qué querían de mí o, al menos, eso era lo que él me había dicho. Jul y Betty se encontraban fuera, esperándome para ir juntas a la fiesta en el bosque.

Me levanté en busca de algo de entretenimiento, y terminé mirando las armas que estaban expuestas en la pared. Había estacas, dagas, espadas, arcos y flechas, ballestas, cuchillos y alguna que otra arma de fuego. Pero lo que más llamó mi atención fue una katana que estaba sobre un atril encima de un altar. El forro que debía estar cubriendo la afilada hoja era rojo sangre y tenía una anilla dorada en el extremo por donde entraba la hoja de la katana. El mango era de color ocre oscuro y brillaba casi tanto como la hoja. Tenía una especie de escamas que lo rodeaban, y al final del todo estaba la forma de la cabeza de un águila.

Era, sin duda alguna, lo más hermoso que había visto nunca.

Y por ello, tan solo contemplarla no era suficiente para mí, y mi instinto de cazadora me incitaba a que la cogiera. Deseaba sostenerla y sentir su tacto, comprobar su peso, ver el reflejo que emitía al reflejar la luz del sol pero sobretodo, quería usarla para luchar. Así que alargué la mano, acaricié durante un momento el mango y rápidamente la alcé en el aire. Era ligera pero también era firme y potente, tanto que podía cortar hasta el aire.

- ¡Oye tú! ¡Suelta eso!

Me giré y vi al director de pie ante su escritorio, mirándome totalmente furioso.

- Me llamo Daniela, no “tú”- repliqué sin soltar la katana.

- Que chistosa eres- dijo mofándose de mí-. No me sé ni los nombres de los alumnos de mi propia academia, ¿y crees que me aprenderé el tuyo?

- ¿Y cree usted que yo soltaré esta katana?- pregunté yo.

- ¿Te atreves a desafiarme?- preguntó avanzando un paso-. Yo soy el director de esta academia y tú no eres más que una simple alumna así que, o me respetas como tu superior, o en cinco minutos te pongo de patitas en la calle.

- Si por mí fuera, me marcharía ya mismo- contesté mientras dejaba la katana en su sitio.

- Vosotros dos, dejad de pelear- exigió la directora-. Daniela por favor, siéntate, y tú- continuó mirando a Francis con ojos impenetrables- compórtate y arrímate a un lado.

Ambos obedecimos y, mientras el director se situaba en un sillón a mi izquierda, yo me senté en la silla que estaba en frente de la mesa de la directora.

- Bueno- dije-, ¿y para qué me ha llamado?

- Verás querida- comenzó-, la verdad es que tengo curiosidad por saber de qué te reías ayer mientras yo comunicaba nuestra marcha.

Se me quedó mirando en silencio, a la espera de mi respuesta, y por el rabillo del ojo pude ver que Francis también estaba interesado.

- Si le soy sincera- dije-, me reía porque todo esto me parece absurdo.

- ¿Puedes ser más concreta?- me instó ella y yo suspiré.

- Mira, en primer lugar es la primera vez que escucho que un profesor se pone a patrullar- dije-. ¿A caso no es ese el trabajo de los guardianes? Aunque si todos son como los que conocí ayer, entonces entiendo que hayas tenido que llegar al extremo de poner a un profesor a vigilar.

- ¿Cómo los que conociste ayer?- preguntó atónita.

- Sí- continué-. La chica que me recibió me tenía pánico y temblaba como un flan mientras me guiaba. ¿Y el chico que ella fue a buscar a tu despacho? Cuando salió tenía toda la pinta de haber estado echándose una siesta. ¿Piensas que eso se puede permitir en una situación de alerta como en la que se encuentra tu academia? No me extraña que ese clan que os amenaza haya conseguido asesinar a ese profesor.

- ¿Y qué propones que hagamos entonces?- preguntó el director.

No pude evitar soltar una carcajada.

- ¿Yo?- dije mientras dejaba de reírme-. Yo no soy más que una simple alumna, ¿qué voy a proponer yo?

Francis me miró incrédulo, pero había un pequeño atisbo de diversión y rabia al mismo tiempo en su mirada. Si en algún momento había buscado llevarse mal conmigo, la llevaba clara, porque yo no era una enemiga fácil, y él mismo acababa de descubrirlo.

- ¿Necesita algo más?- le pregunté a la directora, volviendo a mirarla.

- No- contestó-, ya puedes irte. Diviértete en la fiesta.

- Gracias- me levanté y fui hacia la puerta-. Ha sido un placer.

Le dediqué una sonrisa irónica al director y cerré la puerta tras de mí.




- ¿No nos vas a decir de qué habéis hablado?- preguntó Jul.

- No seas pesada- repliqué-. Disfruta de la fiesta y deja de preocuparte.

Ella me miró con los ojos entrecerrados, dándome a entender que aquello no acababa allí, pero que al menos el asunto estaba zanjado de momento.

A mí alrededor los vampiros y los humanos reían entre ellos, hablando y bebiendo a más no poder. Algunos chicos competían entre ellos echando pulsos y luciéndose ante el millón de chicas que les rodeaban. Por otra parte, Sol y sus compinches mostraban a los demás sus lujosas prendas y su “estupenda’’ manicura francesa. Mis ganas de romperle la cara aumentaban según las palabras salían de su boca, pero me limitaba a estrujar la lata de refresco vacía que tenía en la mano, hasta que la dejé casi inexistente. Jul se marchó a hablar con Sic y sus amigos, dejándonos a Betty y a mí solas.

Ambas estábamos aburridas, ella porque su timidez no le dejaba divertirse y yo porque hablar con una manada de críos no iba conmigo. Estábamos sentadas una al lado de la otra, salvo porque ella estaba sentada en una roca y yo estaba sentada en el suelo, apoyada contra el tronco de un árbol. Aquel lugar se encontraba en un pequeño “altillo’’ de tierra desde donde se veía a la mayor parte de la gente.

- Voy a buscar algo para beber- dije mientras me levantaba. Me sacudí la tierra del pantalón y miré a Betty-. ¿Quieres algo?- ella asintió-. ¿Agua?- negó con la cabeza y señaló la alta que estaba estrujada en mi mano-. Está bien, enseguida vuelvo.

Bajé del “altillo’’ de un salto y caminé hacia la zona donde estaban la comida y la bebida. Aquella gente parecía que tenían los pies pegados al suelo porque no se movían un pelo para dejarme pasar, por lo que tuve que empujar a más de uno.

- ¡Oíd chicos! Gritó alguien entre la multitud-. ¡Mirad quién ha llegado!- y dicho y hecho, todos a mi alrededor miraron a donde el chico se encontraba.

- ¡Kile! ¡Es Kile!- gritaron un par de chicas.

- ¡Hey Kile! ¡Qué pasa tronco!

Y con ese tipo de saludos todo el mundo se fue amontonando en torno a Kile que, por desgracia para mí, había llegado por la zona donde se encontraban las bebidas, así que tuve que llegar empujando a más gente que antes. Finalmente allí, tuve la buena suerte de que la nevera que contenía las bebidas que yo quería estaba despejada de gente, aunque cerca de allí estaban Sol y sus amiguitas coqueteando con el tal Kile. Pasé de ellas y metí la mano en el hielo, cogí una lata y, tras sacarla, comencé a buscar otra.

- ¡Oh! Pero mira quien está aquí- escuché decir a Sol y una parte de mí supo que se dirigía a mí.

Yo solo cogí la otra lata y me di la vuelta para regresar por donde había venido.

- No te vayas- dijo mientras me agarraba del brazo y se ponía delante de mí-, niñita.

Solté un bufido mientras le sonreía con irónico escepticismo.

- Aparta- dije.

- No soy un bicho niñita- dijo molesta-. A mí no me hables así.

Estiré una de las manos delante de mí colocando una lata entre ambas.

- ¿Quieres que te aplaste como a uno?- dije, y rápidamente apreté la lata, que cedió bajo mi mano enseguida.

Exprimí hasta la última gota ante la estupefacta mirada de Sol y cuando hube terminado, le di la lata vacía, me sacudí el líquido de la mano y avancé.

- Aparta- dije mientras chocaba mi hombro contra el suyo.

En el camino de vuelta al “altillo’’ no hubo empujones ya que, según yo iba avanzando, la gente se iba apartando. Al llegar me encontré con la mirada asombrada de Betty, Jul, y el resto, que se encontraban al lado de ellas, que no sabían cómo reaccionar.

- Toma- dije tendiéndole la lata que me quedaba a Betty.

Ella cogió la lata pero no la abrió, sino que la miró intensamente y supe que estaba intentando hacerla explotar, al igual que había hecho yo, porque sus músculos del brazo se tensaron y sus nudillos se quedaron blancos.

- Me marcho- dije mirando a Jul-. Esta fiesta es una pesadez.

Y sin esperar una respuesta, salí caminando hacia el bosque por la misma dirección por donde había llegado con Jul y Betty. Como era de noche, el aire estaba frío, pero ese frío no era nada comparado con la humedad tan densa que me taponaba hasta los pulmones. Pero incluso ese asfixiante ambiente me resultaba agradable, así que caminé lo más lentamente posible para disfrutar de aquello. La tierra se sentía blanda y húmeda incluso a través de mis zapatillas. Todo estaba oscuro, excepto por alguna que otra fogata que se veía a lo lejos, y en aquel momento lo único que me guiaba era el instinto y los recuerdos que tenía de cuando había estado dirigiéndome hacia la fiesta horas antes.

Y me sentí tan ajena, tan fuera de lugar…

…tan absurda.

Y es que yo, hacía tan solo un par de días, me encontraba en mi solitaria y tranquila casa, lejos de los problemas y las preocupaciones. Y en cambio ahora, en un abrir y cerrar de ojos, estaba en una academia plagada, en su mayoría, de estúpidos e infantiles humanos y vampiros. Y para colmo estábamos bajo la amenaza de un clan del que seguramente no podríamos defendernos.

Ni siquiera entendía cómo es que hasta ahora solo había muerto un profesor, porque si ese clan era tan peligroso, acabar con la academia sería pan comido y, sin embargo, no habían intentado nada. Lo que me hacía preguntarme, ¿eran de verdad tan peligrosos? ¿O simplemente estaban jugando un poco antes de atacar? Jugar con sus víctimas era el juego favorito de todo clan, y sobre todo si era un clan de vampiros. Sí, seguramente sería por ese…

Alguien me estaba siguiendo.

Lo sabía desde hacía un rato, pero lo había ignorado pensando que era alguien de la fiesta que pasaba por allí, pero ahora se notaba que no habíamos tomado el mismo camino por casualidad. No se trataba de un humano porque los pasos eran ágiles y casi totalmente silenciosos, como los de un vampiro.

Me paré, y conmigo, los silenciosos pasos. Miré alrededor lentamente, enfocando mis ojos en todos lados, buscando algo, cualquier cosa. Pero nada, no había nada. Todo estaba oscuro y tranquilo y las voces que procedían de la fiesta eran casi imperceptibles. Esperé durante un momento en busca de escuchar nuevamente aquellos pasos, pero como no percibí nada, dejé el asunto y continué.

Y entonces me choqué y caí, o más bien, casi caigo, porque antes de llegar al suelo, alguien me sujetó por las manos.

En frente de mí, un vampiro alto rubio y de ojos verdes me miraba con una sonrisilla divertida en el rostro. Sus manos se aferraban a las mías con fuerza, no con tanta como para escacharme los dedos, pero si con la suficiente como para no dejarme ir. Había que reconocer que el chico era guapo, pero lo que más me gustaba eran sus ojos, que relucían como dos esmeraldas en aquella oscuridad.

- …¿gracias?- dije yo. Su sonrisa se amplió, y esta vez pude ver sus colmillos.

- Yo te he hecho chocar- dijo con dulce voz-, ¿y tú me das las gracias?

- Al menos no me has dejado caer.

Me incorporé.

- Cierto- se rio mientras me soltaba las manos-. Dani, ¿verdad?

- En efecto.

- Yo soy Kile- dijo, y yo no pude evitar mirarle de repente.

Luego, después de un instante, sonreí mientras metía las manos en el interior de mi sudadera y continuaba andando lentamente.

- ¿Así que tú eres el famoso Kile?- pregunté en un susurro, a sabiendas de que él lo escucharía.

- ¿Famoso?- preguntó haciéndose el loco-. ¿Acaso soy famoso?

- ¿Acaso no lo eres?

- Ahí me has pillado.

- Lo sé.

Ambos reímos, no a carcajadas, simplemente pequeñas risas, hasta que el silencio se tornó sobre nosotros. Caminar en silencio junto aquel chico no me resultaba incómodo ni irritante, pero sí un poco extraño. Acababa de conocerlo y ya nos reíamos como si fuésemos amigos de toda la vida.

- Espera un segundo- dije parándome en seco-. ¿Por qué estás aquí? ¿No se supone que deberías de estar en la fiesta?

El evitó mirarme a los ojos y de repente todo quedó claro.

- Me has seguido, ¿a que sí?- él no contestó-. ¿Por qué?

Se oyó un pequeño gritillo a unos metros más allá de nosotros, y ambos miramos en esa dirección. No me extrañó ver a Sol levantándose a duras penas del suelo mientras se sacudía las hojas y los restos de tierra de sus pantalones de diseño.

- ¡Oh Kile!- dijo haciéndose la sorprendida-. ¿Estabas aquí?

- ¿Me buscabas?

- ¡¿Qué!? No, claro que no- se acercó rápidamente a nosotros-. Solo he salido a dar un paseo por el bosque.

- Sí claro- contesté-, y yo no te odio. ¿Por qué no seguimos diciendo mentiras?

Ella hizo caso omiso a mis palabras y fijó su atención en Kile.

- ¿Y qué haces tú por aquí?- le preguntó.

- Bueno, yo me marcho.

Me di media vuelta y continué caminando.

- Espera- dijo Kile mientras me cogía del brazo y me obligaba a mirarle.

- Kile, déjala- dijo Sol un tanto irritada, pero él no la escuchó y continuó mirándome.

- Hazle caso a tu novia, Kile- dije-. No pierdas el tiempo conmigo.


Lentamente, pero no totalmente convencido, él fue soltando mi brazo y mientras sus dedos rozaban mi piel, un cosquilleo me recorrió el cuerpo. Se dio la vuelta y comenzó a andar, con Sol cogiéndole del brazo, hasta que ambos desaparecieron completamente de mi vista.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Herida(Wounded)

CAPÍTULO 4



- ¿Intentas hacer que te maten?- preguntó encolerizada Jul entrando como un torbellino a mi habitación.

Detrás de ella, Betty entró más calmadamente, cerrando la puerta tras de sí y sentándose pasivamente en mi cama.

- ¿Qué, chicas? ¿Ya os habéis instalado?- pregunté.

- Oye, no me cambies de tema- dijo Jul-. ¿Es que has venido aquí solo para que te maten?

- ¿Para que me maten?- me reí-. Mira Jul, te diré dos cosas como amiga tuya que soy: primero, si quisiera que alguien me matase, iría a un lugar mucho más peligroso que este. Y segundo- me acerqué a ella-, ni esa tipa ni nadie me pondrá una mano encima sin mi consentimiento y, si lo intentan, bueno- me encogí de hombros-, quien sabe lo que pasará.

- Pero esas tías son despiadadas- insistió-. No sabes lo que son capaces de hacer, sobretodo Sol.

Quise protestar, pero no tenía ganas de seguir discutiendo con ella, así que simplemente me quedé en silencio y seguí colocando mis cosas. Ya con las habitaciones asignadas y después de que el director terminara de dar su discurso de bienvenida, me había ido a mi respectiva habitación y había comenzado a alojarme.

Aquel cuarto era grande, con un baño bien equipado, con una bañera con hidromasaje para el tiempo de relax y un plato de ducha para los baños rápidos, y una pequeña cocina en una esquina de la habitación, con una despensa y una pequeña nevera. Supuse que, al estar el cuarto en la zona donde se hospedaba el profesorado, aquellos “lujos’’ eran un extra para aumentar la comodidad de los profesores. Lo único que me pareció raro fue que la cama fuese de matrimonio, pero en fin, no me voy a quejar porque me dejen una cama más grande. En cuestión al cuarto en general, todo era perfecto pero, como siempre hay algo malo que tiene estropear lo bueno que está pasando.

Y en esta ocasión, un uniforme ocupaba todos mis pensamientos.

Y es que, nada más cruzar la puerta de mi habitación, la directora había venido a entregarme el uniforme oficial de la academia Snake. En un principio había pensado que era una broma, pero en cuanto un guardia entró con una percha en la mano, supe que iba en serio.

Pero venga, ¿uniforme? Ni cuando iba a los institutos normales había tenido que usar uno, y ahora parecía una colegiala con una mini-falda mona. La blusa era blanca con las mangas por debajo de los hombros, la típica que usan los camareros de un restaurante, y la mini-falda negra combinaba con mi pelo, también negro. El que hubiese diseñado aquello había buscado diseñar lo más sencillo y poco trabajoso del mundo y, tan solo para añadirle algún mísero complemento, el conjunto venía con unas medias-calcetín blancas, que se sujetaban fuertemente por encima de la rodilla. Con respecto a los zapatos, podíamos llevar los que quisiéramos siempre y cuando hicieran juego con el resto del conjunto, es decir, que fuesen de color negro. Y, como yo de esos no tenía muchos, por no decir ninguno, Jul se había ofrecido a prestarme un par de los suyos.

¡Y vaya con los zapatos que me había prestado!

Yo le había pedido unos sencillitos, con los que poder hacer mí día a día, aunque fuesen la cosa más fea del mundo, pero, aprovechando la ocasión, Jul me encasquetó unas botas, o más bien botines, de tacón de  caña baja. Y si antes parecía una colegiala con una mini-falda mona, ahora era toda una colegiala pija con un mini-falda y unos tacones monísimos.

Odio esto.

- ¡Eh, Dani! ¡Dani! ¡Daniela!- gritó Jul.

- Dime- dije yo volviendo en mí.

- ¿Irás?

- ¿Ir? ¿A dónde?- pregunté, anonadada.

- ¿Acaso has escuchado algo de lo que te he dicho?- preguntó un poco molesta.

- Si te digo la verdad, no- me encogí de hombros.

- Dios…- maldijo ella mientras se masajeaba la sien-. Pues verás, la cosa es que los chicos han pedido permiso para organizar una fiesta en el bosque para que así ambas academias nos “conozcamos mejor’’ y les han dado permiso, así que esta noche… ¡fiesta!- esta última palabra la acompañó con un salto desde mi cama hasta el suelo, seguido por un baile gracioso pero a la vez casi estúpido.

- ¿Es obligatorio ir?- pregunté con una pequeña sonrisa. Pensaba asistir, pero quería ver como actuaba ella ante mi posible negación sobre lo de ir a la fiesta.

- ¿Es que no quieres ir?- me preguntó, parando en seco su baile. Me mordí el labio para evitar sonreír al ver su cara de estupefacción.

- No sé- me encogí de hombros-. Tal vez sí, tal vez no. Depende de qué humor tenga esta noche.

- Estás de coña, ¿no?- dijo Jul, observándome detalladamente.

- ¿Tengo cara de estar de coña?- pregunté mientras ponía cara seria.

- Pero si nos lo vamos a pasar súper bien- dijo acercándose a mí-. Será la mejor fiesta del mundo.

Arqueé una ceja como diciendo “¿Estás segura?’’, y ella solo asintió.

- Está bien- dije mientras colgaba en la percha una blusa-, iré.

- ¿Y qué nos pondremos?- preguntó mientras cogía la percha con la blusa y la observaba-. Esta blusa es bonita.

La blusa era de tela color azul, con las mangas a la altura de los codos y con botones blancos.

- Puedes quedártela- dije acostándome en la cama al lado de Betty.

- ¿Qué? No, no me la puedo poner- dijo-. Me quedaría muy floja, no se ajustaría a mi cuerpo.

- ¿De verdad? A mí se me ciñe perfectamente.

- Oh claro, eso es evidente- ella sonrió-. Pero eso es porque tus tetas son superiores a las mías.

- Ponte relleno.

- ¿Relleno? ¿Acaso tengo cara de suicida?- preguntó alarmada-. Las vampiras son unas arpías, y saben cómo dejar a la gente en ridículo, sobre todo a las chicas. Ya han dejado a muchas en ridículo por culpa del relleno, y yo no pienso unirme a la lista.

- ¿Arpías? Yo las veo más como estúpidas.

- Comentarios como ese deberías tragártelos- dijo Jul en tono serio-, porque si no, acabarán dándote una paliza.

- Pero qué poca confianza- dije, levantando la cabeza para mirarla a la cara-. ¿Y si soy yo las que les da una paliza?

Entonces alguien llamó a la puerta.

- Hola chicos, pasad- dijo Jul animadamente.

Sic, Abril y dos humanos que no conocía entraron, y yo me senté para dejar espacio en la cama para que se sentaran. Los dos a los que no conocía eran un chico y una chica. Él era alto, moreno y de ojos azules, mientras que ella era bajita, morena y de ojos marrones.

- Hola- dijo ella con gran ánimo.

Aquella muchacha era tan menuda que podría ser fácilmente uno de los siete enanitos de Blancanieves. Su pelo rizado le llegaba hasta la altura de los hombros y algún que otro reflejo rubio se repartía por todo su brillante pelo.

- Hola- dije yo.

- Me llamo Ámber- dijo con una sonrisa-, y ese de ahí es mi hermano Timy- señaló hacia el chico alto, que hizo un pequeño asentimiento con la cabeza a modo de saludo.

Tenía toda la pinta de ser un jugador de baloncesto, y es que casi no podía entrar por la puerta de tan alto que era. Mirando a ambos hermanos detenidamente, no tenían que ver nada el uno con el otro, excepto porque los dos tenían el pelo rizado, pero por lo demás, nada.

- Yo soy-

- Dani, lo sé- me interrumpió Ámber con gran entusiasmo-. Me impresionó mucho lo que hiciste en el comedor, fuiste muy valiente.

- Mm…gracias. En real-

- ¿Visteis la cara que se le quedó a Sol cuando le contestaste?- siguió-. Juraría que es la primera vez que alguien le lleva la contraria, aparte de Kile White claro.

- Pues debería-

- Y hablando de Kile- volvió a interrumpirme Ámber por tercera vez en un minuto-, ¿sabéis qué? Al parecer su viaje de negocios familiar a terminado antes de lo previsto y es que bueno, con Kile al mando del negocio…-

Estaba claro que a aquella niña le gustaba hablar, y mucho, y al parecer a ninguno de los allí presentes, excepto a mí, parecía sorprenderles. Mientras contaba la vida de ese tal Kile, Ámber se había sentado en mi cama y lucía su mejor sonrisa de orgullo. A pesar de lo rápido y tanto que hablaba, su respiración era normal y no había indicios de que se estuviese agitando. Esa muchacha tendría que tener el corazón más grande de toda la academia, y me preguntaba si los vampiros no se habrían dado cuenta o si simplemente se hacían los tontos.

- ¡Oye Dani!- me llamó Ámber-. Me escuchas ¿o qué? Ahora tendré que empezar a contarlo todo de nuevo- ante esto, todos contuvieron la respiración y me miraron desesperados.

- ¡Oh, no no no! No hace falta- dije rápidamente-. Tú ve directamente al grano.

- En definitiva- continuó ella como si nada hubiese pasado-, que Kile va a volver esta noche.

- ¡¿Qué!?- exclamó Jul alarmada-. Espera, ¿en serio?

- Totalmente- afirmó Ámber-. Se lo escuché decir a Sol por casualidad, y ya sabes que Sol está al tanto de todo lo que hace Kile con respecto a los negocios gracias a que su padre trabaja con él, así que tiene que ser cierto, ¿no?

Todas las chicas estaban revolucionadas y hablaban sin parar de aquel chico.

- ¡Hey, oigan!- dije, y todas me miraron-. ¿Podrían decirme quien es ese tal Kile?