viernes, 14 de marzo de 2014

.Pura.

Por fin, después de tanto tiempo, regreso con nuestra querida Lilianne y nuestro reclamado Nathan. Espero que me perdonéis por la tardanza jajajajaja Ya no os entretengo más, besos a todo el mundo :3


CAPÍTULO 10

Algo suave me acariciaba el brazo.

Era tan agradable y se sentía tan bien, que al principio creí que era un sueño, hasta que sentí que aparte de suave, lo que me acariciaba era algo peludo. Abrí los ojos lentamente, extrañada e intrigada a la vez por saber qué tenía en el brazo, y lo que vi me espantó.

Una tarántula, más específicamente la tarántula que Chad tenía como mascota, caminaba por mi brazo con paso lento y pausado. Movía sus patas de una en una, sin darse mucha prisa en avanzar y por un segundo pensé que me desmayaría. La odiaba, odiaba a las arañas en general, ya que me daban auténtico pavor y apostaría lo que fuera a que mi querido hermano Chad la había puesto en mi cama mientras yo dormía solo para reírse ante mi reacción.

Y le di el placer.

Abrí los ojos como platos y grité, levantándome de la cama en cuestión de segundos. Agité el brazo para que aquel bicho se separara de mí y en cuanto la tuve lejos corrí hacia la puerta. Intenté abrirla pero no pude porque desde fuera algo o alguien impedían que lo hiciera.


- ¡Chad abre la puerta!- exclamé, y escuché risas al otro lado-. Te lo digo en serio ábrela ya.

- ¿Pero qué pasa hermanita?- preguntó Chad.

- Ni hermanita ni nada- dije molesta-. Ya verás cuando te coja Chad, te voy a matar.

Más risas fuera, y yo con aquella tarántula en el suelo.


- ¿Qué me darás si la abro?- me preguntó.

- Pues una patada en el culo- respondí yo, furiosa.

Él se rio de nuevo.


- Bueno- dijo-, te abriré la puerta si prometes no matarme cuando lo haga.

Ni en broma, ¿estaba loco?


- Está bien- contesté-, no te mataré así que abre esta puerta ya porque el bicho ese se me está acercando.

Se escuchó como la llave giraba al otro lado, abriendo la puerta que me daría libertad para ponerme lo más lejos posible de aquella araña que se aproximaba a mí. Finalmente la puerta se abrió y me escabullí lo más rápido que pude fuera, hasta colocarme contra la pared que tenía enfrente. Allí fuera, en el pasillo, se encontraban todos, menos las pequeñas Anabelle y Nora, con grandes sonrisas en la cara.

Mi mirada hacia Chad fue lo suficientemente amenazante como para que su sonrisa desapareciera.


- ¡Tú, maldito!- exclamé, comenzando a pegarle-, ¡¿te crees que esta es forma de darle la bienvenida a tu hermana?! ¡Saca ese bicho monstruoso de mi cuarto ahora mismo si no quieres morir en este instante!

Él lo único que hacía era defenderse de los golpes mientras se reía descontroladamente, y le hubiese seguido golpeando de no ser porque vi como Benjamín se acercaba a nosotros desde el interior de mi habitación con la tarántula en la mano. Me alejé, esquivando su intento de ponerme la araña encima, y de nuevo me quedé contra la pared.


- ¡Benjamín en serio!- le grité-. Y yo que pensaba que tú eras el más responsable.

- Toma Nathan- dijo Benjamín riéndose y pasando la araña casi por encima de mi cabeza-, a Rosalía le caen muy bien los hombres.

Rosalía la tarántula, qué cómico.

Miré a mi lado, donde Nathan se encontraba sosteniendo el bicho, y puse cara de horror algo que hizo que él se riera. Pero lo que hizo que dejara de prestar atención a la araña fue el espectáculo de ver a Nathan vestido con un simple pantalón de chándal que supuse usaba como pijama, y durante unos segundos no pude hacer más que mirar aquellos brazos. Lo más gracioso fue que, cuando conseguí dejar de mirarle y volteé mi vista hacia los demás, tanto Dacota como Ellen y Adriana, miraban al vampiro con ojos deslumbrados. Entonces sentí como algo suave y peludo me rozaba la oreja y tuve que gritar al reconocer el tacto de la tarántula.


- ¡Nathan!- exclamé, alejándome un poco y golpeándole el brazo.

De nuevo, todos rieron.


- ¿Se puede saber por qué hacéis tanto ruido?

La voz desinteresada de mi madre se escuchó en todo el pasillo, haciendo que los demás se callaran. Hacía tanto tiempo que no escuchaba esa voz, tanto tiempo que no sentía su presencia, que me costó volver a hacerlo. Mi mandíbula se tensó y cerré los puños a fin de contener la rabia. Me giré, no preparada aún para ver a aquella mujer a la que tenía que denominar mi madre, y la vi al final del pasillo.

Desde allí, la miraba y no podía sentir más que odio y rechazo hacia la persona que se suponía que debía llamar “mamá’’. Lo peor era que sus ojos mostraban hacia mí lo mismo que yo sentía hacia ella, incrementando mi rabia. La tensión que se palpaba era evidente y los que nos rodeaban no sabían qué decir.


- Mamá- dijo Adriana con una insegura sonrisa-, Lilianne ha vuelto, ¿no estás feliz?

Yo bufé ante la pregunta y todos me miraron. ¿Mi madre feliz por mi presencia? ¿En qué mundo cabía eso? En nuestro último encuentro me había dejado bastante claro que no era yo uno de los motivos por los que se levantaba todos los días y, como no me apetecía escucharlo de nuevo, entré en mi cuarto y cerré dando un portazo. Tenía ganas de desaparecer de allí y no volver, alejarme de aquella casa que me traía tan malos recuerdos.

Recuerdos que yo no quería recordar.

Así que hice lo único que podría alejarlos de mí y, después de cambiarme de ropa, me sumergí en el trabajo. Mi padre me había dejado toda la información que él y su equipo habían recogido sobre el caso, junto con las pequeñas anotaciones que él había escrito, y lo estudié.

La víctima, llamada Grace Nichols, había sido atacada sobre las cuatro de la mañana de un viernes en un callejón alejado de su casa con heridas profundas en el cuello y raspaduras en piernas y brazos. No había indicios de agresión sexual ni de un intento de robo y tampoco parecía ser un crimen pasional. Su única familia eran su madre y su hermano pequeño. Para conseguir superar el día a día, la madre trabajaba en una gasolinera por la mañana y de camarera en un restaurante por las noches. Además, los fines de semana también ejercía de camarera en un club nocturno. Por su parte, el hermano de Grace, Jonas Nichols de veinticinco años, era un chico algo patoso y problemático que vivía mantenido por su madre y su hermana.

Alguien tocó la puerta entonces, provocando que dejara de estar concentrada en los informes pero, suponiendo que era mi hermana en un intento por sacarme de mi cuarto, no hice tampoco mucho caso.


- Adriana, ¿puedes irte?- dije observando las hojas-. No necesito que nadie me consuele.

La puerta se abrió y volvió a cerrar. Seguí mirando los papeles acostada boca abajo en la cama sin prestar atención a quien había entrado, hasta que me percaté de que el silencio duraba demasiado. Levanté la vista y encontré a Nathan mirándome, con las manos metidas en los bolsillos de sus jeans. Todo en su postura era normal, salvo porque por primera vez no lucía aquella sonrisilla que siempre tenía cuando me miraba.


- Así que te han mandado a ti- dije, volviendo a mirar las hojas.

- Todos están preocupados- dijo. Luego se acercó a la cama y se sentó.

Por cómo lo había dicho, eran los demás los que estaban preocupados pero, ¿y él? ¿Estaba él preocupado? Si no lo estaba, ¿qué hacía allí sentado delante de mí? Le observé durante un rato, tratando de averiguar  qué pensaba, qué sentía, qué intentaba conseguir…simplemente saber algo de él. Miré sus piernas, sus manos, su pecho que bajaba y subí bajo su camisa al compás de su respiración, su cuello, su pelo su boca, su nariz y, por último, sus ojos.

Pero no conseguía descifrar nada.

- El día en que te fuiste de esta casa- comenzó a decir Nathan con tono dudoso-, ¿qué pasó? Tu hermana me dijo que nunca le has contado nada a nadie.

- Lo que pasó es algo que solo esa señora y yo sabemos- me reincorporé en la cama, sentándome para poder hablarle más cómodamente dejando una pierna colgando fuera de la cama-. Ni mis mejores amigas, ni mis hermanos…ni siquiera mi padre, que fue el que más me ayudó, saben qué pasó.

- ¿Y por qué no dices nada?- me preguntó.

- Porque no quiero crear un argumento para que todos se vuelvan en contra de mi ma- me paré, ya que no era capaz de llamarla “mi madre”-, de esa mujer.

- ¿Y por eso prefieres sufrir tú sola?- preguntó, aunque casi lo afirmaba.

- Así es mejor- dije, pero no soné del todo convencida.

Durante aquella conversación, todo el tiempo Nathan había estado mirando al frente, pero en ese momento me observó a mí, de una forma similar a como yo había hecho al intentar saber qué pensaba. ¿Ahora era él quien trataba de descifrarme a mí? Y, como yo no había logrado averiguar nada, tampoco dejaría que él supiese nada. Volví a ojear los informes del caso sin prestarles verdadera atención y esperé a que se rindiera.


- ¿Te resistes a que te descifre?- dijo él en tono divertido.

Yo me reí, ya que tenía que reconocer que él era listo.


- Algún día te lo diré- dije y le miré-, lo prometo.

Entonces hubo silencio. En la cara  de Nathan había cierta sorpresa, quizás porque no se esperaba aquella repentina promesa por mi parte y, la verdad, yo tampoco me lo esperaba. Aquella promesa había salido de mi boca de forma inconsciente, involuntaria, pero aun así, tenía claro que la cumpliría. Lo que me resultaba más extraño todavía era que fuera Nathan la persona a quien se lo había prometido. La mayoría de las veces era un idiota irremediable al le gustaba sacarme de quicio y, sin embargo, acababa de prometer que le contaría el secreto que no había contado a nadie. ¿Era eso posible? Definitivamente había perdido la cabeza.


- Suerte que tengo toda la eternidad- dijo, rompiendo el silencio que se había formado.

Entonces tomó las hojas que yo tenía en la mano y empezó a leerlas, dejándome a mí sin nada que poder leer. Le miré molesta, ya que se suponía que él tenía sus propios informes, que mi padre en persona le había dado, en su habitación y, en vez de coger los suyos propios, estaba allí en mi cuarto, ¡en mi cama!, distrayéndome.


- ¿No tienes tus informes o qué?- le pregunté.

- Los tuyos me gustan más, tienen tu aroma- a eso no supe que responder, pero él tampoco me dejó que lo hiciera-. Además, seremos un equipo más eficaz si estudiamos juntos.

La verdad es que era razonable.


- Muy bien- dije-, pero igualmente ve a buscar tus informes y tráelos. Yo quiero los míos- y nada más decirlo me acerqué un poco a Nathan para coger las hojas.


Justo lo que, al parecer, él había estado esperando que hiciera porque nada más acercarme un poco, puso su mano en mi espalda y me atrajo hacia su cuerpo. El movimiento fue hecho con fuerza, lo que casi consigue que nos acostáramos, pero Nathan no pareció tener problemas para mantenerse sentado. Mi cuerpo quedó parcialmente encima del suyo y si miraba al frente lo único que veía eran sus ojos. Estábamos tan cerca, demasiado quizás, y nuevamente sentí un cosquilleo recorriendo mi cuerpo.


Nathan, suéltame- dije con tono amenazador.

- ¿O qué?- preguntó.

- O te arrepentirás- contesté. ¿En serio estábamos jugando a ese juego?

- Entonces correré el riesgo- fue lo que dijo.

Me mordí el labio para evitar sonreír. Me sentí como una niña pequeña y traviesa, jugando con los otros niños que me rodeaban. Y entre todos esos niños estaba Nathan, un vampiro idiota que se esforzaba para conseguir que jugara con él aunque sabía que no se lo iba a poner fácil. Mientras tanto, aprovechando mi momento de distracción, Nathan empezó a acercarse a mis labios, pero le detuve antes de que pudiera hacer nada.

- No pienso besarte Nathan- dije y usé mis manos para separarnos todo lo que él me dejó.

- Liliannne, ¿quieres venirte de compras?- preguntó Ellen entrando de repente en la habitación.

Instantáneamente me separé de Nathan, que no paraba de sonreír, y le miré furiosa. Entones miré a Ellen que estaba parada en la puerta, estupefacta, aunque había un poco de picardía en su mirada.

- ¿Quieres irte ya?- dije mirando a Nathan con rabia-. Y no me apetece ir de compras- añadí, mirando ahora a Ellen-. Id vosotros.

Me levanté y les acompañé a los dos fuera.

- Créeme Lilianne- dijo él mientras cerraba la puerta-. Algún día serás tú la que lo pida…- la puerta ya estaba casi cerrada-…que te bese.

8 comentarios:

  1. Olalá! Que guay nuevo capitulo, pero... fue muy corto jijijiji.

    Me gusto mucho,
    ¿Que secreto será? ¿Cuando le pedirá un besito? jijijiji
    ¿Y mi Donovan volverá :( ?

    Gracias mi bruji linda, como ya supondras... quiero maaaaaaaas jijijiji
    Muchos besos

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    1. jajajajjajaja De nada mujer, tampoco fue para tanto :D Ahora a esperar a que escriba el siguiente capítulo jijiji La verdad es que estaba alargando mucho lo de este capi jajaja
      Besoooooooooooos

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    2. ¡¡Quiero maaaaaaaaaas!! (pongo cara de loooooca) jajjaja

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    3. Pues tendrás que esperaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar!!!! jajajajajajaj

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  2. Sinceramente, yo me quito de encima una araña y lo siguiente que hago, es machacarla con mi zapatilla hasta perforar el sueloooo!!!

    Eres sososa liliane, no aceptar jugar en la cama.

    Y yola, te regalo a donovan encantada jajajajaja nathan mio, solo mio.... bien, ya hace más de un mes. Quiero capiiiii

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    1. jajajajajja ya pero Lilianne necesitaba algún punto débil(y le puse el mío) jajajajaja
      en seguida un capi nuevo, lo prometo

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  3. Holaaaaaaaaaaaaaa Chiquitina!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Quiero mi capitulo!!!! Ahora que llevo días de stres y pachuchica buuuuuu. Un poquito de Nathan plis... Aunque también, puede que te halles con el jaleo de final de curso y muchos examenes....

    Muchos besicos

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    1. Holaaaaaa, si no he publicado es porque estoy con examenes finales y ando estudiando, pero pronto publico prometido

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