sábado, 17 de enero de 2015

Relato Navideño

CAPÍTULO 2

Asesina.

Asesina.

Eso ponía en el papel que me había tocado pero, ¿qué significaba? ¿Sería un juego? Sí, seguramente, eso era lo más probable ya que, cuando éramos estudiantes, mis compañeros habían mostrado un gran afán a la hora de jugar a alguno. Sin embargo, todavía no habían explicado las reglas, por lo que tan solo me dedicaría a esperar.

En aquel momento me encontraba de pie ante una ventana, en el interior de un gran salón de baile en la planta baja de un gran hotel. En el habían sido colocadas varias mesas, todas con snacks, tales como sándwiches y pastelillos, para ir picando durante la noche. Además, había un escenario con un equipo de música para ir ambientando la sala, junto con una pantalla grande y unos  micrófonos para que aquellos más valientes se atrevieran a cantar. Me pareció muy buena idea el hecho de no montar una velada demasiado sofisticada puesto que, al fin y al cabo, era una reunión de antiguos amigos.

Aparte de mí, había alrededor de catorce personas más, sin contar las que iban aproximándose desde la calle. Todos y cada uno iban cogiendo los pequeños papelitos de la caja situada en la mesita de la entrada donde Megan Payne indicaba a cada uno que nadie debía decir lo que estaba escrito en ellos. La reina del baile de nuestra promoción lucía incluso más hermosa que antes, a pesar de hasta haberse casado y de tener tres hijos, dos de ellos gemelos, según lo que había escuchado claro. Después de tantos años seguía teniendo aquella apariencia dulce y su frescura subía el ánimo a los que la rodeaban.

Era evidente por qué había sido nombrada la reina del baile.

- ¿Anne? ¿Eres tú? - me gire para ver quién era, dejando así de mirar por la ventana.

Sonreí ampliamente al ver a Evelyn, una de las compañeras de clase con la que había tenido más relación, por así decirlo, ya que era la chica con la que me ponía siempre a la hora de hacer proyectos en grupo. Tenía tres años más que yo.

- Pues claro que soy yo - dije riendo -, ¿quién si no?

Ella sonrió en respuesta y me dio un abrazo, al que yo respondí igual.

- Vamos - dijo sujetando mi brazo -, los de nuestra clase hemos conseguido reunirnos juntos. Solo faltan unos pocos.

Dejé que me llevara y, mientras tanto, me dedique a observarla. Tenía los mismos ojos azules brillantes y los mismos rizos negros de siempre, pero ahora sus características curvas ya no estaban tan definidas y algunas patas de gallo eran la firma del tiempo que había pasado. Al mirar más allá de nosotras pude ver al grupo que habían formado nuestros ex-compañeros, todos estaban allí, incluido...

- ¡Joshua! - exclamo Evelyn abalanzándose sobre él.

Durante el movimiento soltó mi brazo y yo me quede allí, viendo como ella abrazaba al rey del baile. Joshua sonrió abiertamente a mi amiga y la abrazo con gran emoción mientras reía. Convencida de que no me necesitaban, miré a los demás y comencé a alejarme para saludarlos a todos.

- Anne, que alegría verte - dijeron unos cuantos.

Yo reí.

- Yo también me alegro de veros - con esa frase me acoplé al grupo.

- Muchos teníamos curiosidad sobre como habrían tratado los años a la más joven de la clase.

- Cierto - estuvo de acuerdo alguien detrás de mí.

Era Megan.

- Aunque creo que casi todos hemos estado leyendo la columna que escribes en la revista Sheldon - ella se puso a mi lado y miró a los otros -, ¿no es eso cierto chicos?

- Quien diría que la cerebrito de la clase terminaría escribiendo una columna de consejos en una revista famosa - sonreí y me encogí de hombros ante eso.

- Nunca dije que quisiera hacer otra cosa.

- Si - dijo Joshua, acercándose a nosotros junto a una feliz Evelyn -, recuerdo que te pasabas las horas de clase escribiendo cosas en el cuaderno.

Me sentí repentinamente bien al escuchar aquello. Por lo visto el rey me prestaba atención en clase.

- No recuerdo cuantas veces los profesores te confiscaron ese cuaderno - siguieron comentando, y todos reímos.

Continuamos hablando durante bastante rato, hasta que Megan anunció que debía subir al escenario para hablarnos todos y nos quedamos esperando callados para ver que decía. Bueno, casi todos nos quedamos callados, porque Evelyn y Joshua mantenían una animada conversación entre ellos.

Habían sido grandes amigos desde niños, todos lo sabíamos, y cuando él se marchó a estudiar al extranjero la mañana siguiente al baile dejaron de tener tanto contacto como hasta el momento. Pero cinco años después él ya estaba de vuelta, y su amistad se había reforzado. Siempre había pensado que ambos terminarían juntos porque era lo que cabía esperar, ¿no? Los dos eran guapos, estaban solteros, vivían sin apenas preocupaciones y se complementaban el uno al otro. No veía razón alguna para que no sucediera algo entre ellos, algo más allá de la mera amistad. Les observé un par de minutos, sopesando aquello, y Joshua me pilló mirándoles. Bajé la vista un momento y luego miré nuevamente al frente, hacia el escenario, con una débil y desanimada sonrisa en el rostro. Sinceramente, me dolía un poco el corazón pensando que no existía nada que les impidiera estar juntos, algún obstáculo entre Evelyn y mi primer amor, porque sí; continuaba enamorada de él.

Auch, se quejó mi corazón.

- ¿Podéis atenderme? - pregunto Megan, reclamando la atención de todos -. Primero que nada quiero daros las gracias por venir, porque ya sé que muchos os mudasteis a lo largo de los años y habéis venido desde muy lejos, y también porque es un placer volver a encontrarnos con nuestros viejos amigos y compañeros, esos con los que vivimos grandes experiencias.

Todos aplaudimos y varios soltaron gritos mostrando su agradecimiento.

- En segundo lugar - continuó -, sé que muchos os preguntareis que son esos papelitos que habéis recogido a la entrada - miré un segundo el papelito que había enrollado entre mis dedos -. Pues sabed desde ya que forma parte de un juego.

A mi alrededor el ambiente se volvió más activo ya que la gente estaba curiosa y excitada por saber de qué trataba todo. Puede que pasaran los años, pero las personas no habían cambiado nada.

- En los papelitos hay tres papeles a ejercer diferentes - empezó a explicar Megan -. Ciudadano, ayudante y asesino - vi como los demás volvían a releer cada uno sus papelitos -. Los que tengan escrito ciudadano no tienen que hacer nada salvo averiguar quién es el asesino antes de que este os mate. El ayudante debe encontrar al asesino y hacerle saber qué papel juega, ya que tendrá que ayudarle a asesinar a todos y cada uno de los ciudadanos.

Un gran "aaaaa" de sorpresa se expandió por toda la sala, mientras que yo estaba petrificada.

- El asesino actuará normal, hablará con todos y todas, pero tan solo con guiñarle un ojo a su víctima esta habrá muerto, marcándose a si mismo con una pequeña cruz en la palma de la mano con uno de los rotuladores repartidos por todas las mesas - miré hacia un lado y vi uno de los rotuladores de los que Megan hablada -. El ayudante, solo cuando haya contactado con el asesino, podrá matar mordiéndose la comisura del labio.

Observé disimuladamente al resto, buscando en el rostro de alguien  alguna pista sobre quien podía ser aquel ayudante.

- Una vez muertos, los ciudadanos no podrán informar a los otros de quien les ha matado. Si el asesino y el ayudante consiguen matar a todos, se llevarán esta completa cesta de navidad que deberán compartir - la antigua reina del baile señaló a una mesa encima del escenario, con la majestuosa cesta encima. La verdad es que era bastante, wow.

Definitivamente iba a ser mía.

- Pero si los ciudadanos les descubrís antes de que consigan mataros, recibiréis una entrada cada uno para ir al gran concierto de navidad de mañana por la noche. Pasadlo bien, y que comience el juego.

Ahí fue cuando todo se descontroló. El gran concierto de navidad era un gran evento al que todo el mundo quería ir, y por ello conseguir entradas resultaba realmente difícil. Por tanto, todos los allí presentes deseaban encontrar al asesino para conseguir su ansiado premio.

Era mucha presión.

Me puse en marcha hacia el baño rápidamente, el único lugar donde tendría algo de privacidad para relajarme, centrarme y pensar un plan. ¿Por qué me había tenido que tocar a mí el asesino? ¿No podía haberme salido un inofensivo ciudadano? De entre todas las posibilidades, me había tocado a mí la más remota e imposible de todas, la de coger el único papelito que ponía "asesino".

- Hay que ver Anne, la suerte que tienes - murmuré a la vez que entraba en el servicio de mujeres.

Gracias al cielo, no había nadie salvo yo.

Me acerqué al lavamanos y abrí el grifo para mojar mis manos y luego mi rostro. Necesitaba algo fresco en la cara para poder pensar con claridad, porque aquella cesta sería mía con ayudante o sin él. Sería algo así como mi recompensa por haber ido aquella reunión aun siendo mi cumpleaños.

Pero todavía no sabía cómo iba a picarles el ojo a todos. ¡Si a la mayoría no los conocía! Bueno, nunca era tarde para conocer gente nueva, ¿no? Además, se suponía que yo era la cerebrito y podía usarlo para lograr mi objetivo.

Por primera vez ser lista era una gran ventaja.

Así que, tratando de convencerme a mí misma de esa idea, me sequé y salí del baño. Apenas había cerrado la puerta tras de mí cuando alguien me sujeto de la muñeca y me jaló lejos de allí. Me sorprendí mucho al ver que se trataba de Joshua, que me llevaba a la terraza que daba al jardín del hotel.

- ¿Qué pasa? - pregunté.

La verdad es que estaba bastante curiosa por saber la razón que había llevado al rey del baile a llevar a la cerebrito al jardín, que por cierto era realmente hermoso.

- Anne - dijo poniéndose frente a mí -, te presento a tu nuevo ayudante.

Abrí los ojos de par en par. ¿Me estaba diciendo que él me ayudaría a eliminar a los demás? Pero eso no era lo más importante...

- ¿Cómo has averiguado tan rápido que era yo la asesina? - estaba tan sorprendida.

Él rio débilmente, y mi corazón se paró. Nunca, a pesar de todo el tiempo que había pasado, había olvidado aquella forma tan característica que tenia de reírse, ni la forma en que me sentía cuando lo hacía, esa risa de la que estaba enamorada. Noté que mi corazón se aceleraba entonces y traté de disimular, tal y como hacía de joven cuando le veía.

- No has cambiado nada, estrella - contestó, mirándome a los ojos.

Estrella. Así me llamaba cuando éramos estudiantes. "Lo recuerda", pensé, y me sentí repentinamente feliz.

- No me llamabas así desde hace mucho - dije girándome y mirando al jardín. Camine unos pasos -. Pensé que ni te acordarías.

- La última vez que te lo dije fue el día que me marché - dijo colocándose a mi lado -, en el aeropuerto.

Le miré sorprendida. ¿Se acordaba también de eso?

- No te sorprendas tanto - dijo mirándome -. Pasamos buenos momentos juntos - su tono serio hizo que mi corazón se acelerara más aún. ¡Parecía una adolescente por favor! -. Eso jamás se olvida.

- Tan solo te daba clases de mates - contesté, en un intento por calmarme -. Estoy segura de que no era tu momento más divertido del día.

Vi como abría la boca para decir algo, pero luego la cerró de nuevo, como si no valiera la pena decirlo, despertando así mi curiosidad. Sin embargo, no traté de insistirle ya que, bueno, ¿quién era yo para hacerlo? Si no quería decírmelo, no le iba a presionar para que lo hiciera.

- Bueno, ayudante - dije mostrando determinación -, pensemos un plan.


Él me miró, algo dudoso, como si aún quisiera hablar de otra cosa, y yo le devolví la mirada a la espera de que ver si me lo decía o no. Finalmente, tan solo asintió hacia mí.

miércoles, 14 de enero de 2015

.Pura.

Capítulo 14


“El profesor de la última clase faltó aquel día y nos dejaron salir antes a todos. Mientras volvía a casa canturreaba feliz porque podría mostrarles a todos mi diez en el examen de ciencias y hacerlos sentir orgullosos. Pero pronto esta idea se desvaneció de mi cabeza ya que, en cuanto crucé la puerta de la casa, supe que algo no iba bien. Dejé de canturrear. Mi instinto me decía que algo malo iba a pasar y, por desgracia, mi instinto pocas veces fallaba. Encontré a mi madre en el salón, con una botella de whisky medio vacía en una mano y un vaso de cristal en la otra. Éramos las dos únicas personas de la casa y sabía que estaba borracha, así que hice como que no pasaba nada y esbocé una sonrisa antes de entrar.

- Hola mamá ya estoy en casa – le dije – ¿sabes qué? Saqué un diez en el examen de ciencias de la semana pasada, ¿no es genial?

- ¿Qué haces aquí? – su tono fue tan rudo que mi sonrisa se borró -, ¿te has escapado? ¡¿Y te atreves a mostrarte delante de mí después de lo que has hecho?!

- Pero mamá yo no – su mano impactó en mi cara con fuerza.

- ¡Cállate! – gritó - ¡Maldita niña insolente! ¡Después de todo lo que hemos hecho por ti y nos lo pagas escapándote de las clases!

- ¿Mamá qué te pasa? – le pregunté.

La mejilla me palpitaba y me dolía por el golpe y llevé mis manos a ella para tratar de calmarla.

- ¿No lo sabes? – se acercó a mí y se inclinó –. Te odio, siempre te he odiado. Toda mi vida he lamentado el haberte tenido, pero tu padre estaba tan feliz que no pude negarme a parirte. Y cuando te tuve me lo robaste, te convertiste en su niña linda y a mí me dejó olvidada. No soporto verte, tu sola presencia me provoca dolor de cabeza y preferiría morirme a tener que reconocer en alto que eres fruto de mi vientre”.

- Aquellas palabras me dolieron tanto que si una apisonadora me hubiese pasado por encima tan solo me habría causado cosquillas en comparación. Así que cogí mi dolor, mi rabia y todas mis pertenencias y me fui de casa.

Cuando terminé de hablar miré a Nathan, esperando su reacción. Él se quedó observando el volante del coche en silencio y yo me quedé observándole a él. Le había contado mi mayor secreto, lo que nunca le había contado a nadie, y por fin me sentía algo feliz, libre del gran peso que suponía guardarme aquello para mí sola.

- Jamás se lo había contado a nadie – dije, acurrucándome contra el asiento del copiloto y mirando mis pies.

En ese momento sentí como el coche arrancaba y al mirar a Nathan vi que estábamos alejándonos del lugar donde habíamos aparcado cerca del parque. Le miré extrañada y pensé que estaba loco si creía que yo iba a volver a entrar a la casa después de lo que había sucedido aquella noche.

- No vamos a volver a la casa – dijo, adivinando mis pensamientos.

- ¿Cómo lo has…? – la sorpresa no me dejó terminar la pregunta.

Él solo sonrió. Tenía curiosidad por saber a qué lugar estábamos yendo, pero decidí confiar en Nathan al menos esa vez y no pregunté nada. Poco después aparcó en una zona bastante concurrida de gente, ya que allí se encontraban la mayoría de restaurantes, discotecas y sitios públicos de la ciudad. Me vi obligada a sujetarle del brazo a él para no perderle entre la multitud, gesto que provocó que su sonrisa aumentara considerablemente. Además, aproveché el momento para aferrarme bien fuerte contra uno de esos brazos que me había cautivado la noche que nos conocimos. Estuvimos entre el alboroto al menos siete minutos, hasta que llegamos a un restaurante indio y entramos.

El sitio tenía un ambiente bastante cálido y agradable. Las mesas eran redondas y de madera oscura, y estaban rodeadas por unos sillones también de madera, acolchados y cubiertos por un forro rojo oscuro con rosas dibujadas. Los focos del techo iluminaban el lugar con una luz anaranjada que le daba vida a todo lo que allí había y al final del todo pude ver una gran cristalera con vistas a la calle. Me había quedado tan maravillada por la hermosura del sitio que Nathan me tuvo que tomar de la mano para hacerme avanzar. Una mujer de alrededor de cincuenta años, con el pelo rubio y rizado, baja y flaquita nos recibió con una enorme sonrisa.

- Mesa para dos supongo – dijo ella, y Nathan asintió sujetando mi mano más fuertemente –. Acompáñenme.

La seguimos hasta una mesa igual a la que había visto en la entrada, y me pregunté qué diferencia había entre las mesas para dos y las mesas para más personas. ¿El forro era más suave en un sillón que en otro?

- ¿Tienen pensado lo que quieren beber o prefieren esperar? – la mujer preguntó.

- Dos lassis, por favor – dijo Nathan.

- En seguida – y la mujer se marchó.

- Oye – dije –, ¿y yo no puedo elegir o qué pasa?

- Te prometo que te va a gustar – dijo.

Cogió entonces el menú y lo abrió para leerlo. Como solo había uno, tuve que pegarme más a él para poder mirar también los platos que podían servirnos. Todo era tan apetitoso y suculento que la boca se me hacía agua por cada segundo que pasaba.

- No podemos pedir todo, ¿cierto? – pregunté, levantando la vista para mirarle.

Él se rio y me miró también, quedándonos a escasos centímetros el uno del otro.

- No – contestó -, pero podemos volver juntos y probar un plato diferente cada vez.

- ¿Y qué te hace pensar que  volveré aquí contigo? – le pregunté.

- Estamos juntos aquí hoy, ¿no? – preguntó y se acercó.

Tragué saliva y luché para que no pudiera escuchar los rápidos latidos de mi corazón.

- Bueno, elijamos algo, ¿vale? – volví a mirar al menú, pero seguí sintiendo la mirada fija de él en mí.

Me concentré plenamente en lo que podíamos elegir para comer, y leí y releí la carta una y otra vez, pero me era tan difícil elegir una cosa en concreto.

- ¿Necesitas ayuda? – me preguntó Nathan, quien se estaba divirtiendo de lo lindo viéndome tratando de elegir.

- No te burles de mí – dije molesta -. Al menos podrías ayudarme.

- Es que me gusta verte intentarlo. Es divertido.

- Eres idiota – le dije molesta.

Le di un pequeño empujón y me alejé un poco de él.

- Aquí tienen las bebidas – la mujer llegó en ese momento con su imborrable sonrisa –. ¿Saben ya qué quieren comer?

- Como entrante tráiganos panipuris y chatnis, y como plato principal nos gustaría dos pollos tikka masala – Nathan pidió tan rápida y decididamente que me dieron ganas de pegarle una paliza allí mismo.

La chica tomó nota y de nuevo se fue. Enfadada, me crucé de brazos y miré al lado contrario de donde estaba él. Unos segundos después, sentí cómo jugaba con mi pelo suelto entre sus dedos y le miré enfadada.

- ¿Estás enfadada? – me preguntó.

- ¿Acaso no es obvio? – dije –. Podrías haberme ahorrado mucho tiempo si me hubieras dicho que ya sabías lo que querías pedir.

- Me gustaba verte concentrada.

- ¿Y por eso tengo que perdonarte? – pregunté, enarcando una ceja.

Vi cómo fruncía los labios, tratando de ocultar la sonrisa, y luego se puso serio.

- Lo siento – dijo, y sonó realmente sincero.

- Está bien – dije sonriendo –. Te perdono. Al fin y al cabo, vas a pagar tú la cena, ¿no? Supongo que con eso es suficiente.

El resto de la cena transcurrió normalmente. Hablamos de todo y de nada en concreto, temas variados que a veces no tenían ningún sentido pero que para nosotros eran bastantes lógicos y divertidos. La comida que él había elegido resultó ser lo más delicioso que había probado en años, quizás nunca había probado algo tan bueno como aquello, pero por supuesto no le dije nada sobre aquello para que no se creyera que había tenido razón y que yo me había equivocado.

Eso, amigos, se llama orgullo.

Una vez terminamos de comer pedimos la cuenta y, como ya habíamos aclarado antes, Nathan se fue al mostrador a pagar. Mientras le esperaba fuera, pensé en la situación actual en la que nos encontrábamos. Habíamos ido a un maravilloso restaurante, comido deliciosa comida y charlado y reído todo el tiempo. A pesar de lo que había pasado durante la cena familiar, Nathan había conseguido que me distrajera y me olvidara de todo con gran rapidez, lo que me sorprendía. Podía llegar a ser realmente odioso y molesto, pero dejando de lado eso, él me protegía, me entendía la mayoría de las veces, me animaba y me sacaba muchas risas.

Me hacía feliz, por decirlo de algún modo.

- Vamos – dijo al salir, sobresaltándome.
- ¿A dónde? – le pregunté.

Él sonrió y empezó a alejarse, obligándome a seguirle.

Llevábamos caminando ya unos cinco minutos, sin un destino fijo, simplemente paseando y disfrutando de lo que nos rodeaba. Habíamos alcanzado una zona menos céntrica y donde había menos gente en comparación con el sitio donde estaba el restaurante, por lo que podíamos andar perfectamente uno al lado del otro sin estar esquivando a los demás. En aquel lugar había mayoría de parejas jóvenes, que caminaban cogidos de la mano, pandillas de amigos, que causaban gran alboroto mientras reían y conversaban, y padres y madres, que habían decidido salir con sus hijos para disfrutar del buen ambiente de la noche. Observé como una niña con coletitas recibía con una enorme sonrisa el helado de fresa que sus padres acababan de comprarle y vi también como ambos sonreían al ver lo feliz que la pequeña se había puesto. Miré al suelo con nostalgia, obligándome a mí misma a reprimir el sentimiento de tristeza que me estaba invadiendo, al saber que jamás sabría qué se sentía cuando tus dos padres te daban un helado y te miraban con amor.
- ¿Te apetece un helado? – me preguntó Nathan de repente.

Sin darme tiempo a contestar, me tomó de la mano y me llevó hasta donde aquella feliz familia acababa de estar. Cuando paramos le miré sorprendida, ya que no me había esperado aquel giro de los acontecimientos sin siquiera avisarme antes. Él tan solo estaba siendo espontáneo y eso me divertía puesto que me daba a conocer una faceta suya que jamás pensé que conocería.

- ¿Qué sabor? – me preguntó.
- Chocolate – respondí, sin siquiera mirar variedad de sabores que había.

- Muy bien – dijo y miró al heladero –.Déjeme por favor un cucurucho con helado de menta y otro con helado de mango – en cuanto lo dijo el muchacho se puso a ello.

- Oye te dije chocolate – le repliqué a Nathan que me miraba sonriendo.

- Lo sé – contestó.

- ¿Y entonces? – mis cejas se alzaron al decir aquello.

- No te pongas así – dijo, dándome un toquecito en la frente y sonriendo –. De todos modos ya lo he pedido.

Dejé el tema por dos motivos. Uno, porque tenía razón en eso de que no valía la pena porque ya estaban pedidos y dos, porque el roce de su piel contra la mía me provocó una agradable descarga eléctrica que recorrió todo mi cuerpo. Tratando de distraerme de aquella sensación, me di la vuelta y miré a nuestro alrededor, en busca de algún lugar donde poder sentarnos mientras comíamos el helado. No es que no me lo pudiera comer caminando, pero es que sentada lo saboreaba y disfruta más. Al otro lado de la acera vi un pequeño parque infantil, desierto a aquellas horas, y me di cuenta también de que había un par de bancos de madera colocados en lugares opuestos del lugar.

- Te esperaré allí sentada – le dije a Nathan señalando el parque.

Él asintió y me fui.

Crucé la carretera en la que apenas había un coche o dos, y me senté en el banco más cercano, ya que no me apetecía caminar hasta el otro lado del parque para sentarme en el otro. Lo único que tenía delante para ver eran los inmóviles columpios y el gran tobogán rojo del parque. Durante un fugaz instante tuve el impulso de querer subir a lo alto y tirarme por él como si de una niña pequeña se tratara.

- Sería divertido – murmuré, y solté una pequeña risilla.

- ¿El qué? – preguntó Nathan, que apareció de repente sentado a mi lado.

Me tendió el cucurucho con helado de mando y lo cogí deseando darle un lametón.

- Nada – dije, contestando a su pregunta.

- Y si no es nada – insistió –, ¿qué hacías hablando y riéndote sola?

Tomé varios lametones del helado y el sabor a mango me levantó el ánimo. Cerré los ojos para disfrutar aún más, aplazando mi respuesta para la pregunta que me acababa de hacer Nathan.

- Tan solo pensaba – fue lo que dije.
- Entonces pensabas en mí, está claro – sonrió con autosuficiencia y lamió su helado.

Yo casi me atraganto con el helado.
- ¿Y qué te ha hecho pensar eso?
- Esa sonrisa solo puede ser por mí, ¿no crees?

Solté una carcajada y tuve que tener cuidado de que el cucurucho no se me cayera al suelo.

- ¿Quieres saber lo que pensaba? – le pregunté mirándole.

Él asintió.

- Pensaba en lo bien que sentiría el tirarse por ahí – dije, y señalé el tobogán para que supiera de qué le hablaba.

- Pues hazlo – dijo.

Le miré en busca de algo en su rostro que me ayudara a saber si lo decía en serio o no, pero no logré mucho. Era frustrante no saber qué pensaba o qué sentía y tener un compañero del que no sabías nada era tema serio. Aparté la mirada y me concentré en mi helado, saboreándolo, aunque con un poco de más malhumor que antes.

- ¿Estás bien? – me preguntó.

- Ajá – contesté sin ganas.

- Y ahora estás enfadada – afirmó con cierto tono desconcertado –. ¿Por qué?

- No estoy enfadada.

- Ya, y por eso tus labios no son más que una línea recta y tus ojos se han vuelto sombríos – dijo –. No soy tan tonto, Lili.

- No me llames Lili – le reñí y, aprovechando que él estaba lamiendo su helado, empujé su cabeza contra el cucurucho.

Como resultado su nariz se llenó del frío helado.

Al principio su ojos se abrieron como platos, pero luego, entre risas, se vengó repitiendo conmigo lo que yo le había hecho a él pero con mi helado. Me reí y, con ayudado de mi dedo, cogí un poco de mi helado y lo puse en su mejilla. Entonces me levanté del banco y me aparté de él, a sabiendas de que intentaría vengarse. Nathan se levantó y se fue acercando a mí, con un amenazador dedo lleno de helado apuntándome. Le observé mientras se acercaba, a la vez que yo me alejaba, y mi risa paró, pero no cayó con ella mi sonrisa. Se le veía diferente a cualquiera de la veces que le había visto antes, no solo porque tenía helado en parte de su rostro, sino por él mismo. Su rostro lucía reluciente y su cuerpo relajado, con la belleza de un ángel o un dios. Su único pensamiento en ese momento era pringarme de helado la cara, no había preocupaciones en él, tan solo disfrutaba y vivía el momento. Lo pasaba bien comportándose como quería y riendo mientras jugaba, lo que, por alguna extraña razón que no entendí, me hizo sentir bien.

Por lo visto, algo en mí delató que estaba pensando en otra cosa que no era el helado, porque su rostro se volvió serio cuando llegó donde yo estaba. Ni siquiera me había dado cuenta de que había dejado de avanzar, ni de que ya no sonreía. Nathan se quedó frente a mí, analizándome con la mirada con el ceño algo fruncido. No parecía molesto ni confuso, tampoco preocupado por mi cambio de humor y mucho menos triste o enojado.

Más bien, parecía dudoso.

Durante apenas una fracción de segundo sus ojos se desviaron a mis labios, los cuales entreabrí casi inconscientemente en ese momento, gesto que aparentemente le sorprendió. Y no me extrañaba. ¡Hasta yo estaba sorprendida! ¿Por qué de repente quería que me besara? ¿Estaba loca? La última vez que lo hizo después de beber mi sangre, la cosa terminó tremendamente mal y, sin embargo, allí estaba yo rezando silenciosamente para que aquel estúpido y sexy vampiro me besara.

Nota mental: jamás mezclar comida india y helado de mango.

Nathan me observaba de forma fiera, supongo que adivinando lo que yo extrañamente estaba anhelando, y mi corazón se aceleró. Me mordí el labio avergonzada, ya que, siendo un vampiro con sentidos agudizados, él estaría escuchando el rápido ritmo al que iba mi corazón y pude ver cómo trataba de ocultar la sonrisa. Le miré con el ceño fruncido por reírse de mí y me di la vuelta, dispuesta a alejarme, pero por lo visto sus planes no eran los mismos que los míos.

Haciendo uso de sus ágiles y veloces movimientos de vampiro, me arrebató el cucurucho de helado y lo tiró, junto al suyo, a la basura. En cuanto lo hizo me tomó de la mano y me llevó a los columpios, sentándome en uno de ellos cuando llegamos. Entonces se colocó detrás de mí y empezó a empujarme suavemente. El columpio se balanceó y yo con él. Con una medio sonrisa, sujeté las cadenas que anclaban el asiento con el poste de madera y dejé que Nathan siguiera columpiándome. La brisa acariciaba mi rostro y cerré los ojos para gozar de la sensación.

Sentía que estaba volando.

Las manos de Nathan en mi cintura cada vez que me tocaba para impulsarme hicieron aquella sensación de volar todavía más placentera y, aunque el roce durara menos de un minuto, disfruté todo lo que pude. Si lo pensaba bien, aquella situación era realmente extraña, puesto que ambos nos encontrábamos en un parque en plena noche jugando en los columpios, después de haber tenido una pelea de helado. ¿Quién se hubiese imaginado aquello? Pero aun así, realmente me agradaba estar así, relajados y en silencio, sin pensar en los problemas.

- ¿Nathan? – susurré, sabiendo que él me escucharía.
- ¿Sí? – dijo él.
- Gracias – contesté –, por no dejarme sola.

¡NOVEDADES!

Hola hola personitas maravillosas estupendas y encantadoras que están leyendo esto jejeejjejej Hoy vengo con novedades sobre las historias que escribo y que estoy publicando ahora mismo en este blog. Empezaremos por "Herida(Wounded)":

¡¡¡¡ESTA ES LA PORTADAAAAAAA!!!!

¿Os gusta cómo ha quedado? La hice yo con ayuda de un programa bastante bueno y  ya ven, este es el resultado. ¿Pensáis que he hecho un buen trabajo? La verdad es que a mí personalmente me encanta jejejejjeejjejejej

Otra novedad sobre este libro es que pienso hacer de él una saga completa, no sé cuantos libros en total, pero ya tengo dos más en mente así que ya saben. Y bueno, como toda saga que se precie debo ponerle nombre, no solo a los libros en sí, sino también a la saga completa y, tras pensarlo mucho, he decidido que dicha saga se llamara "Destinada". ¿Qué os parece?

Ahora hablemos del otro libro que estoy publicando jejejejeje Como ya sabéis (y si no lo sabéis pues ahora sí), este no tenía título porque bueno, la verdad es que no soy muy buena a la hora de crear el título para mis historias -.-' Pero bueno, os informo de que ya lo he pensado mucho, y este primer libro se titulará "Pura" y la saga a la que pertenecerá se llamará "Sangre Vampírica". ¿Lo pilláis? (sangre "Pura", en referencia al título de la saga...)
...nadie me entiende :'(

Así que a partir de ahora publicaré la historia de Lilianne con su ya título oficial, ¡BIEN! Además, estoy en proceso de crear la portada del mismo, al igual que con el de "Herida (Wounded)", pero tardaré un poco porque es complicado encontrar imagenes sin derechos de autor (no hay que ser ilegales en este mundo :3)

Y bueno, eso es todo lo que tenía que contaros, espero que hayan gustado las novedades wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii (me emocioné :') ). Muchos besooooooteeeeees y abrazos aplastanteeeeeeeeees <3

jueves, 1 de enero de 2015

¡¡OTRO BEST BLOG!!

¡Hola gente preciosa! Como habréis podido adivinar por el título de la entrada, sí, me han dado otro PREMIO BEST BLOG y, aunque ya lo he recibido antes, sigo poniéndome loca de la emociónnnnnnnnnnnn








Primero que nada, agradecer a Miranda y a Brenda del blog Teen Books, ya que ellas fueron las que me nominaron y de verdad, LES ESTOY MUUUUUY AGRADECIDA (en serio, muchas gracias, snif snif snif). Además, ellas son dos de las bloggers con las que mejor me llevo y tengo que decir que son dos chicas geniales así que síganlas en su blog.

Bueno, vamos al tema súper principal:

PREMIO BEST BLOG


Normas:

1º- Nombrar y agradecer al blog que te nominó.

2º- Contar 11 cosas sobre ti.

3º- Responder el cuestionario y dejar uno nuevo.

4º- Nominar 11 blog de reciente creación o con menos de 200 seguidores.

5º- Visitar el resto de blogs incluyendo el tuyo.

6º- Informar a todos del premio que les has otorgado.

1º- Ya este paso lo hice arriba jejejejjeje

2º- 11 cosas sobre mí:

1- Adoro el chocolate milka, es mi amor platónico *-* (puedo comerme una tableta entera yo sola sin dudarlo un segundo)

2- La gente que me conoce dice que soy bastante madura, pero solo los que me conocen bien saben que en realidad soy muy infantil; me río y entretengo con cualquier cosas, me encanta molestar, hacer el payaso, correr riesgos y jugar.

3- Mi mayor miedo son las arañas, y cuando veo una dejo de hacer lo que quiera que esté haciendo y salgo corriendo.

4- No sé si se ha notado, pero amo los gifs  xD

5- Los únicos alimentos que no me gustan son la berenjena, la coliflor y los berros.

6- En cambio, mi alimento favorito es el puerro (otro amor platónico *-*)



7- Soy de esas chicas que, cuando después de estar una hora decidiendo que ponerse y como conjuntar todo correctamente, se ponen delante del espejo y se lanza un beso enorme como recompensa jajajaja

8- Siempre que suena la música canto, tarareo, bailo... La música me hechiza y me pone feliz en cualquier momento.

9- En este momento solo me faltan dos cosas para terminar de decir las "11 cosas sobre mí" (¿se notó que no sé qué poner? xD)

10- Como ya he dicho antes en otras publicaciones, soy bailarina de ballet, pero lo que no dicho es que cuando era peque aparte del ballet también iba a clases de natación, pero lo dejé por tema de estudios y falta de tiempo. No me arrepiento de elegir el ballet y no la natación, pero siempre sueño con volver a nadar otra vez...

11- Ahora mismo no tengo cortina en la ventana de mi cuarto, o al menos no una decente, ya que la que tenía me la cargué por tirar de ella demasiado fuerte para abrirla -.-'

3º- Ahí van las preguntas de Teen Books

- ¿Mónica Limón o Mónica Naranjo? xD No cabe duda de que elijo a Mónica Naranjo, no solo porque no tengo ni la más remota idea de que no sé quién es Mónica Limón, sino también porque amo como canta.

P.D: siempre he amado esa publicidad, era tan pegadiza xD

- ¿Te gustan los periquitos? (No sé dónde se me habrá venido a la cabeza esta pregunta, pero bueno) Son muy liiiiiiindooooos *-*


- ¿Cuál es tu libro favorito? Vampire Academy, el primer libro de la saga "Vampire Academy" (puede ser que esté más enamorada del protagonista pero shhhh, no es un dato importante xD)

- ¿Y la película? Piratas del Caribe sin duda (tooooodaaaas)

- ¿Prefieres la coca-cola o la fanta? ¿O l'orangina? (lo aprendí hoy en francés, es la versión de la fanta en Francia) Coca-cola, aunque bebo más Fanta. Contradicciones de la vida ejejjeje

- ¿Tienes algún lema o alguna frase que te identifique? Nop :3

- ¿Cuántas horas te pasas pegado al ordenador? (yo muchas, sí señor) Durante la época de clases no llega a la hora el tiempo que paso con el ordenador, pero en vacaciones estoy mucho más tiempo, dos horas al día más o menos.

- Esto no es una pregunta, pero después dinos cómo te salió. Lee UNA ÚNICA VEZ este trabalenguas que se me ocurrió (vale, con un poquito de ayuda de carlos el de Top Chef) y dilo lo más  rápido posible: "Honorato tenía el alginato. ¿Por qué Honorato tenía el alginato? Porque el alginato lo tenía Honorato xDxD.Pues me salió horrible, soy de lo peor para decir trabalenguas jajajajajaja xD

- ¿Qué comiste ayer? (lo digo porque yo nunca me acuerdo ni de lo que almorcé hoy. Sip, en serio. Soy de mala memoria). Desayuné leche con cereales, almorcé pechuga empanada con papas fritas, merendé un sándwich y una naranja, y cené papas arrugadas, churros de pescado y ensalada de gambas (es lo que tiene la cena de fin de año, ñam ñam jijijijiji). Y tranquila, a mí se me olvida lo que quiero hacer, es decir, pienso "voy a hacer tal cosa" y al segundo ya se me olvidó.

- ¿Se nota mucho que no sé qué poner de preguntas? Venga, hasta luego. Naaaaa, lo estás haciendo bien. No lo hubiese notado si no lo hubieras preguntado jajaja

- ¿Te gusta nuestro blog? ¿Qué crees que deberíamos mejorar? ¿Y lo que deberíamos hacer más a menudo? ¿Y lo que no os gusta? Me gusta muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuchoooooooooooooooo jajajajajj No veo nada que no me guste ni que debáis cambiar, y lo que nunca debéis dejar de hacer son las publicaciones esas en las que las dos habláis y hasta conversáis entre vosotras, me encanta leerlas :3

Mi cuestionario:

- ¿Ser o no ser? (yo aquí, rompiendo el hielo y tal jajaj)

- ¿Tu canción favorita? Búscala en youtube o donde sea y publícala en esta entrada.

- Si miras a tu alrededor en este momento, ¿qué tienes a tu derecha? ¿Y a tu izquierda?

- ¿Sabes lo que es un herrete? Si es así, ¿cómo lo aprendiste? (yo viendo Phineas y Ferb xD)

- ¿Te gustan las adivinanzas? ¿Planterías una en el cuestionario que dejes más abajo?

- ¿Cuál es tu opinión de mi blog? (cosas positivas y negativas please, así me ayudarás a mejorarlo:3)

- ¿Tu serie o programa favorito de TV? ¿Por qué?

- ¿Qué idioma es el que más te gusta? ¿Sabes hablarlo?

- Hay una cita muy famosa que dice "Pienso, luego existo". ¿Crees que está en lo cierto? (estoy improvisando preguntas para alargar el cuestionario, así que no tiene que ser una respuesta seria si no quieres jajajajajjajajaja)

- ¿Te cuesta tanto como a mí pensar las preguntas para el cuestionario que harás más abajo? (lo sé, soy muy poco original)

4º- Mis nominaciones (no voy a nominar a 11 como dicen las reglas, simplemente nominaré a los que yo visito frecuentemente y que aún no he nominado):


Y esos son mis nominados (ya sé, son poquitos, pero yo avisé y se suele decir que el que avisa, no es traidor jejejeej)

Y con esto termino esta entrada, espero que haya gustado. Un BESO ENORME y muchos abrazos apachuchantes :*

Relato Navideño

Hola, hola hermosa gente que lee mi blog jejejje Sé que he estado un poco desaparecida últimamente (exactamente dos meses y un poco más sin contar la felicitación de fin de año, pero bueeeeeeno T-T) y he de decir que lo siento mucho mucho mucho mucho mucho mucho mucho y mucho (por si no quedó claro las demás veces). La verdad es que he estado con exámenes y no he tenido tiempo para nada, ni para el blog ni para seguir escribiendo estas historias que tengo a medias por publicar, sin contar con la falta de inspiración que me invade en estos momentos (lo siento mucho en serio snif snif).

Y en este tiempo que he estado ausente, mirad por donde que ya es diciembre (incluso enero), lo que significa que ¡YA LLEGÓ LA NAVIDAD!


¿No os hace ilusión? Época de regalos, reuniones familiares, fiestas, cenas de empresa, vestidos despanpanantes y tacones de vértigo para ellas, traje elegante y zapatos brillantes ellos...y lo que más me gusta a mí, las comilonas. ¿Y es que a quien no le gusta comerse esa comida casera tan deliciosa y humeante junto a la familia? Y de postre turrones, polvorones, bizcocho y todas esas exquisiteces. Se me hace la boca agua de solo pensarlo...


La navidad, de un modo u otro, tiene magia. En esta época la mayor parte de lo que se ve son risas, los niños, los adultos y los ancianos muestran su felicidad. Incluso muchos se vuelven más caritativos. Por tanto, he decidido dejar un pequeño relato escrito por mí que espero que les guste, también para que compense todo este tiempo sin publicar nada.


DESEO DE NAVIDAD

CAPÍTULO 1

- Estás muy guapa cariño - dijo mi madre acercándoseme por detrás.

Posó sus manos en mis hombros y vi su rostro reflejado en el espejo que teníamos delante. Este estaba surcado por algunos arruguillas, pero eran apenas visibles gracias a que sus numerosas pecas canelas se llevaban todo el protagonismo. Su belleza era palpable no solo por ellas, sino también por su lacio pelo rojizo brillante a la altura de sus hombros, tan fino como un folio.

- La abuela tiene buen gusto - comenté.

- Siempre acierto con tus regalos de cumpleaños, ¿recuerdas?

- Qué humilde mamá - dijo mi madre en tono irónico.

Sí, exactamente ese día, veintitrés de diciembre, era mi cumpleaños.

Así, a primera vista, podía parecer un suceso emocionante y alegre. Un evento que pasaría rodeada de mi familia, comiendo aperitivos y tarta, y en el cual recibiría algunos regalos. Tal y como habían sido celebrados siempre los cumpleaños de todos los integrantes de la familia Moore, tal y como se suponía que seguiría siendo. En cambio, en esta ocasión habría un ligero cambio, y es que la cumpleañera no estaría presente durante parte de la celebración.

En lugar de eso, estaría en una reunión de antiguos alumnos.

¿Divertido? Hay opiniones varias para esta pregunta, entre ellas la mía, que oscilaba entre el "quizás" y "no". ¿Por qué? Pues porque yo no había sido la más popular del instituto precisamente, aunque tampoco es que fuese una marginada. Tan solo había estado allí, una presencia más en la clase que ocupaba uno de los pupitres, sin hacer nada para destacar ni para ocultarme. Mis compañeros me miraban, me sonreían e incluso a veces me hablaban, jamás me trataron mal.

Seguramente el hecho de que estuviese casi tres cursos adelantada había tenido que ver en aquella situación.

Tener más capacidad y conocimientos de los que se deberían tener a cierta edad no era siempre ventaja, lo garantizo. A los quince años había sido trasladada a una clase donde la mayoría tenía dieciocho, algunos hasta más. Prácticamente me había quedado sola, ya que a los de mi edad era difícil verles y con los de mi curso no encajaba. ¿Se entiende ahora por qué no iba a ser divertido? Volvería a reunirme con personas tres, cuatro o cinco años más grandes que yo, con las que no había tenido contacto desde la secundaria y que apenas me recordarían.

Iba a ser un cumpleaños muy divertido, claro que sí.

Para la ocasión había decidido ponerme, como ya había comentado, el vestido y los tacones que mi abuelas me había regalado. El vestido era sencillo, de tiras finas, con la falda y la parte superior era roja, con algunas flores de encaje dispersadas. Los tacones, por su parte, también eran bastante simples, de charol negro y con una cintita del mismo color alrededor del tobillo. Le había concedido a mi madre el placer de maquillarme, y ahora mis labios lucían un tono rojo intenso y en mis párpados casi no se percibía la presencia de una sombra de ojos oscura. Por último, había acomodado mi oscuro pelo rojo para dejarlo suelto con sus ondas naturales.

- No te veo entusiasmada, cariño - observó mi abuela -. ¿No te hace ilusión reencontrarte con tus antiguos compañeros?

- Abuela, ya sabes que yo nunca tuve mucha relación con ellos - le recordé, mirándola -. No creo que algo haya cambiado hasta ahora.

- ¿Qué no ha cambiado nada? - preguntó casi escandalizada -. Te has convertido en una gran mujer, independiente, segura y redactora de una columna muy importante en una de las revistas más famosas del país. ¿No es eso cambiar?

- Mi vida ha cambiado - estuve de acuerdo con ella -, pero no mi relación con ellos.

- Tonterías - chistó.

Quise replicar, pero no serviría de nada. Mi abuela era demasiado testaruda y no conseguiría que cambiara de idea. Así que me eché un último  vistazo en el espejo y salí de mi habitación. En la planta baja se hallaba el resto de mi familia, cada uno entretenido con algo diferente. Algunos de los más pequeños jugaban a las escondidas, otros se divertían con el golden retriever de mi abuela, Terence, y los demás miraban muy atentos la partida de cartas de mis tías. Mi padre, mi abuelo, mis tíos y mis primos contemplaban un partido de fútbol que se estaba transmitiendo en la televisión, y, por último, mis tres primas hacían galletas en la cocina con mi madre y mi abuela, que acababan de bajar conmigo.

- Anne, estás preciosa - comentó mi prima mayor, Carol, cuando me vio.

- Gracias - dije y le sonreí.

Miré el reloj que se encontraba colgado en la pared y me di cuenta de que se me hacía un poco tarde.

- Tengo que irme ya - anuncié, y abracé a cada una de las presentes en la cocina. A Carol me costó un poco más abrazarla porque su enorme barrigón de embarazada ocupaba mucho espacio entre nosotras, pero lo hice lo mejor que pude.

Tomé mi abrigo rojo del perchero del descansillo y me asomé al salón mientras me lo ponía.

-Adiós familia – grité, para que todos me escuchasen -. Os quiero a todos.

- Adiós – corearon todos.

- Cariño – dijo mi madre acercándose a mí –. ¿A qué hora regresarás?

- Alrededor de las doce, no mucho más tarde – contesté –. Quizás antes.

- De acuerdo, pásatelo bien – me abrió la puerta mientras lo decía.

- Adiós mamá, te quiero.

- Y yo a ti Anne.

Salí entonces de la casa de mi abuela y caminé bajo los copos de nieve que caían hasta el coche. Me subí en él y, tras echar una última mirada a la casa, conduje hasta el que hacía once años había sido mi instituto.